A Estela Romeu varios le señalaron que no estaba en su sano juicio: la actriz decidió abrir un teatro en plena crisis económica. A comienzos de septiembre de 2018, La Maza, casa estilo chorizo del barrio de Boedo, abría por primera vez el telón con la obra A qué jugamos, de Carlos Gorostiza, dirigida por Lala Mendia. La joven sala es un emprendimiento familiar dirigido por el hijo de Estela, Dionisio Juan Manuel León, y Fernando Bernstein, cuñado de Juan, yerno de Estela. Hay otros colaboradores que son parte de esta familia que se armó en base al amor por el teatro y ahora se lanzó a la aventura de la gestión.
Tan sólo 40 espectadores caben en la “casa-teatro” -la denominación es de León-, que aparte de una única sala cuenta con una terraza ideal para la brisa primaveral y las noches de verano. Allí, al aire libre, sus directores planean ofrecer pronto algún taller. Estela es la dueña de la casa. En el proyecto están involucradas, también, su hija Carmela, y su nuera Alejandra Arostegui, novia de Juan. Como varios de los teatristas andan de viaje, hay una directora “suplente”, Anaclara Ríos. “Todo el mundo le decía a mi vieja que estaba loca. Era una época en que cerraban salas. Ella sabía que rédito económico no iba a tener. No era su idea tampoco. Tenía ganas hace tiempo. La queremos a la vieja, que hizo eso. Fue todo gasto. Obviamente todavía no se recuperó casi nada”, relata León.
“Por sus dimensiones, lo que está bueno es que la sala siempre parece llena, por más que venga la mitad de la gente que entra. Vienen 20 y parece que explota”, añade León, quien hasta hace poco actuaba en Querido Roberto, obra basada en las Aguafuertes porteñas de Roberto Arlt que podrá volver a verse en marzo. El texto es de Diego Iñiguez y la dirección de Daniel Begino y Mica García.
El teatro se ubica en Maza 908. Comparte barrio con espacios de relevancia como Timbre 4 y Pan y Arte. “La identidad de la sala se está construyendo”, desliza el actor. “Llevamos un año. Nos visita la gente de Timbre, la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, la Universidad Nacional de las Artes. Gente joven, sobre todo. Muchos amigos que conocimos en el proceso teatral a los que damos espacio para montar sus obras y dar talleres”, completa León. Aunque aún sea difícil delinear el perfil del nuevo espacio, hasta el momento hubo “mucha varieté”. En los últimos dos meses se desarrolló el ciclo “Mazitas Teatrales”, de obras cortas (entre 15 y 20 minutos de duración), con el hilo conductor de la dramaturgia femenina. La propuesta de Mazitas será retomada en marzo del año que viene y ya hay abierta una convocatoria. Los interesados pueden enviar materiales a mazitasteatrales@gmail.com . La temática es libre.
Por otra parte, en los dos próximos sábados, a las 20 hs, culmina su ciclo de octubre Los Cuentos de Fontanarrosa, dirigida por Soledad Sauthier. Durante lo que queda de este mes y noviembre se está llevando adelante el ciclo “Rompiendo moldes”, con entrada a la gorra, los viernes a las 22.30. Lo componen obras de teatro con la temática de la inclusión social como denominador común. El viernes 18 subirá a escena Las delicias, de y dirigida por Elizabeth Cancino, historia de dos mujeres que sobreviven a la dictadura de una madre vieja y enferma con el universo del campo profundo como trasfondo. El 25 será el turno de Piloto automático, de Gabyta Fridman, quien también dirige, sobre el recuentro de dos amigas después de 18 años. Infidelidad, prejuicios, miedos, estructuras y religión son algunos de los tópicos que recorre la pieza. Finalmente, en La Maza se puede ver también Boca Franca, de y dirigida por Luciana Grana, que surgió a partir de monólogos escritos por Franca Rame y Darío Fo (vuelve a la cartelera el sábado 19).
María Daniela Yaccar/Página 12