Annet Negesa era la mejor atleta ugandesa y la joven mediofondista que enorgullecía a Africa. En 2011 había logrado los récords nacionales de 800 y 1.500 metros y ganado una medalla de plata en los Juegos Africanos. Y en 2012, con apenas 20 años, integraba la misión de su país que iría a los Juegos Olímpicos de Londres. Pero un día todo eso le fue arrebatado: el sueño olímpico, el deporte y su integridad física. ¿El motivo? Ser intersexual.
Muchos podrían pensar en ella como “la otra” Caster Semenya, pero en realidad es el lado B de la bicampeona olímpica. Porque Negesa, con el mismo hiperandrogenismo que la sudafricana, afrontó sola esa realidad -hasta entonces desconocida-, sin apoyo y asesoramiento, y terminó sometiéndose a una gonadectomía que cambió su vida.
La historia se retrotrae a 2012, justamente el año en el que figura su última participación oficial en la web de World Athletics, la misma federación internacional de atletismo que la forzó a operarse.
Negesa corrió por última vez los 800 metros en el estadio Blankers-Koen de Hengelo, el 27 de mayo, cuando marcó el récord ugandés (1m59s08). Faltaban 73 días para las series de esa distancia en el estadio Olímpico de Londres. Pero ella nunca llegó a la cita.
Semanas antes de viajar a la capital inglesa recibió un llamado de su manager. Fue breve y contundente: le informó que no podía ir a los Juegos Olímpicos y que tenía que decir públicamente que estaba lesionada. Mientras digería confusa y en shock la noticia, no tardó en recibir otro llamado: un miembro de la ex Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF, según sus siglas en inglés) le comunicó que sus niveles de testosterona eran altos y debía someterse a un tratamiento hormonal para volver a competir.
Lo que nadie le explicó entonces a Annet Negesa era que es intersexual, lo que antes se conocía como hermafrodita. Ella nació como mujer y con genitales femeninos externos pero también con una genitalidad masculina interna lo que provocaba que generase altos niveles de testosterona, la hormona masculina.
Sin contención y presionada por una organización que no cuida a sus atletas sino que los expone públicamente y discrimina, Negesa aceptó una cirugía invasiva e irreversible. Pero lo que se develó después fue que, en realidad, formó parte de un experimento.
Annet Negesa entró en ese grupo para la dirigencia del atletismo y, según un documental que la cadena alemana ARD publicó el año pasado, fue parte de una prueba que estuvo a cargo del doctor Stéphane Bermon, director del departamento de Salud y Ciencia de la IAAF.
En el documental Negesa cuenta que viajó a Niza, donde el médico monegasco le dijo que la gonadectomía era la primera opción. “Amo tanto mi deporte que por eso me decidí por la cirugía”, remarcó quien tras ese encuentro volvió a Uganda para intervenirse quirúrgicamente en el Hospital Internacional de Mujeres y Centro de Fertilidad de Kampala. Le cobraron 900 dólares.
“Me dieron una bata y me senté en la cama”, rememoró Negesa y recordó que le dijeron que con una inyección le sacarían la testosterona. “Pero eso no fue lo que hicieron. Me desperté con cortes en todo el cuerpo”, remarcó sobre lo ocurrido. Su calvario recién había comenzado.
Sabrina Faija/Clarín