Marieke Lucas Rijneveld se alzó, finalmente, con el Premio Internacional Booker 2020, uno de los galardones literarios más esperados del calendario anual, y el más prestigioso del mundo de los libros traducidos al inglés. Este año había generado aún más expectativa en la Argentina, desde que se supo que la escritora Gabriela Cabezón Cámara integraba la lista corta de los seis finalistas del certamen, por su novela Las aventuras de la China Iron, traducida por Iona Macintyre y Fiona Mackintosh, de Charco Press, emprendimiento de la editora Carolina Orloff.
El anuncio, que los lectores argentinos siguieron a través de las redes sociales, se vivió con clima y alegría de Mundial, con expresiones de apoyo a Cabezón Cámara.
Marieke Lucas Rijneveld (Nieuwendijk, Holanda, 1991), la ganadora, es una de las voces más jóvenes en integrar la lista de candidatos al Booker Prize y una revelación en su tierra. Su obra, The Discomfort of Evening (La inquietud de la noche), fue traducida por Michele Hutchison (Faber & Faber). Aún no fue editada en español. Rijneveld se identifica como persona “no binaria” y usa para sí pronombres neutros (no “ella” ni “él”).
En la novela, cuenta la historia de una chica cuyo hermano ha muerto en un accidente. Esto tiene que ver con su propia vida: cuando tenía tres años, su hermano de 13 fue atropellado por un colectivo. Jas, en la ficción, es una niña devota en una familia de granjeros cristianos. Tiene 10 años y su hermano pierde la vida después de que ella deseara que él muriera en lugar de su conejo. Perdida en la pena, su familia se desmorona a medida que ella se involucra en fantasías y busca la manera de encarar esa ausencia, presionada por la abrumadora participación de la religión en su entorno familiar.
Rijneveld trabaja actualmente en una granja y se crió en una familia tradicionalista. Sobre La inquietud de la noche, que fue best seller en Holanda, dijo en una entrevista en marzo: “Espero que mis padres la lean algún día y estén orgullosos; que entiendan que es una novela, que no es todo sobre ellos. Pero probablemente sea demasiado pronto”.
Dotado con 50.000 libras (57.000 euros), que se reparten equitativamente entre el escritor y el traductor del libro ganador, el Booker Internacional recompensa las traducciones al inglés de obras de autores de todo el mundo. Se concede desde 1969 y es la versión internacional del galardón literario más importante del Reino Unido, el Booker Prize.
Otra argentina, Samanta Schweblin, integró, a su vez, la lista “larga” de preseleccionados, que después se redujo a los seis finalistas. En esta última instancia, Cabezón Cámara quedó como la única argentina. Los otros libros que compitieron en la instancia decisiva fueron: La iluminación del árbol de la autora iraní Shokoofeh Azar, que tuvo a un traductor anónimo (ediciones Europa); Tyll, de Daniel Kehlmann (Alemania), traducido por Ross Benjamin (Quercus); Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor (México), novela traducida por Sophie Hughes (Ediciones Fitzcarraldo) y La policía de la memoria, de Yoko Ogawa (Japón), con traducción de Stephen Snyder (Harvill Secker).
En 2019, la canadiense Margaret Atwood -autora de El cuento de la criada, la serie que ganó popularidad mundial a partir de la serie que le dedicó Netflix- se había llevado el premio mayor, por su novela Los testamentos, junto a la anglonigeriana Bernardine Evaristo, en una edición atípica por la que hubo dos ganadoras mujeres. Mientras que en años anteriores, se llevaron este premio escritores como el estadounidense Philip Roth, el israelí David Grossman y la Premio Nobel polaca Olga Tocarczuk.
Una ceremonia demorada
El Booker Internacional fue uno de los muchos eventos literarios que este año se vieron afectados por la pandemia por coronavirus, a principios de abril. Después de que la situación sanitaria se agravara en Europa, el jurado se vio obligado a anunciar la lista de los finalistas desde los hogares.
En lo que puede considerarse un episodio inédito, el presidente del jurado, el escritor y crítico literario Ted Hodgkinson, reveló entonces los nombres de los aspirantes desde la habitación de su hijo de un año, y admitió que era “un momento extraño para hacer un anuncio, con tanta incertidumbre sobre el futuro”. También anticipó en ese momento que las seis novelas finalistas (a las que calificó como “excelentes”) tenían la capacidad de sumergir a los lectores en la incomodidad.
Eso fue a principios de abril, el acceso a los libros ya se había dificultado debido al confinamiento por la pandemia y los organizadores del premio, buscando dar mayor respaldo a autores, traductores, editores y vendedores de libros, decidieron posponer el anuncio, para garantizar que los títulos seleccionados puedan ser accesibles a todos.
La obra ganadora, finalmente, se anunció ayer, en el mediodía argentino, en un por vía online.
Verónica Abdala/Clarín