
Tokio sigue firme con la preparación para celebrar en 2021 los Juegos Olímpicos. Pero un impactante informe divulgado por Human Rights Watch (HRW), una organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos, sacudió al deporte japonés y al mundo. Se denunciaron abusos sexuales, físicos, psíquicos y verbales en decenas de jóvenes atletas de ese país que derivaron en suicidios, depresión, discapacidades físicas y traumas crónicos.
El documento titulado “I was hit so many times I can’t count’: abuse of child athletes in Japan” (”Me golpearon tantas veces que perdí la cuenta: el abuso de niños deportistas en Japón), devela el uso habitual de los castigos físicos -conocidos como taibatsuy un historial de abusos en las escuelas y federaciones deportivas y en los deportes de elite.
Los atletas que prestaron su testimonio para el estudio confesaron las agresiones que sufrieron y que impactan por su gravedad: golpes en la cara, patadas, lesiones con bates de beisbol o palos de bambú para kendo (un arte marcial japonés), privación o exceso de agua y comida, simulacros de ahogamiento, azotes con silbatos y raquetas, acoso verbal y hasta abusos sexuales.
Los datos del reporte surgieron de una investigación que recolectó información brindada por más de 800 atletas y ex atletas de 50 deportes -entre ellos representantes olímpicos y paralímpicos- que contaron lo que vivieron cuando fueron menores de edad. Algunos fueron entrevistados en persona y la mayoría relató su experiencia a través de una encuesta online. Además, HRW tuvo charlas con federaciones deportivas, padres, entrenadores y funcionarios.
“Todos en mi equipo experimentamos el taibatsu. Yo jugaba al beisbol. Mi entrenador me dijo que no me preocupaba lo suficiente por correr en los entrenamientos así que me golpeó en la cara frente a todos. Estaba sangrando, pero no dejó de pegarme. Le dije que me estaba sangrando la nariz, pero no paró”, relató un jugador profesional de 23 años sobre su experiencia en una escuela de Kyushu.
“No me acuerdo nunca recibir un elogio de mi entrenador. Todos los días pensaba cómo evitar que mi entrenador me pegara. Nunca pensé que el voleibol fuera divertido. Odiaba este deporte cuando era jugadora”, afirmó Naomi Masuko, ex estrella del seleccionado.
La ex jugadora de 54 años contó que después de su retiro habló con su técnico sobre lo que había sufrido de chica. “El me dijo que para su generación había sido peor. Ahí entendí que esta es una experiencia en cadena, es un ciclo. Y que era nuestro trabajo romper esa cadena”, afirmó.
Otra deportista de elite de 20 años contó el abuso sexual que sufrió por parte de su entrenador. “Después de las prácticas me pedía que me reuniera con él en su oficina, donde me hacía desnudar y me tocaba todo el cuerpo diciéndome que era para darme un ‘tratamiento’. Siempre sentía ganas de vomitar. Su olor, sus manos, sus ojos, su cara, su voz… Odiaba todo de él”, recordó.
“Utilizamos una gorra para jugar waterpolo. Los entrenadores nos sacaban de la pileta tirando de la correa de la gorra, ahogándonos. Otro castigo era empujarnos bajo el agua para que no pudiéramos respirar. Era como el Ejército. Los niños más pequeños se asustaban y abandonaban el deporte”, explicó un ex jugador de waterpolo, también de 20 años.
Del total de atletas que completaron el cuestionario de HRW, hubo 381 menores de 24 años. El 19 por ciento indicó que había sufrido abuso físico por parte de sus técnicos. El 18 por ciento denunció abuso verbal. Y el 5 por ciento aseguró haber sido víctima de abusos sexuales. La inmensa mayoría reportó que no hubo castigos y consecuencias para los entrenadores abusadores.
El 25 por ciento fue forzado a comer “en forma excesiva” y a un 22 por ciento se le obligó a entrenar cuando estaba lesionado o fue “castigado con entrenamiento excesivo”.
Por años los niños japoneses fueron golpeados y sufrieron abusos en nombre de los trofeos y medallas.
Luciana Aranguiz/Clarín