Si la cumbia en sí misma es una expresión de alegría y celebración, el humor social que se respiraba el viernes a la noche en el Gran Rex parecía potenciar ese rasgo. Y había razones particulares y colectivas para ello. La Delio Valdez, una de las orquestas de cumbia con mayor crecimiento en el país, agotó la capacidad del teatro porteño para festejar sus primeros diez años de existencia con su público y una lista de invitados que evidenció la diversidad del grupo. Antes de que la orquesta saliera a escena, DJ Sonido Parrandero se ocupó de la entrada en calor con cumbias de todos los años y todas las latitudes del continente. El público –de todos los palos y edades—no paró de arengar en toda la previa y corear el nombre de los cumpleañeros.
¿Necesidad de celebrar, gritos atragantados, esperanza sobre el futuro? Sí. En la mitad del show -¡que duró tres horas!-, un popular cantito se hizo presente de manera espontánea y retumbó en todo el teatro: “¡MMLPQTP, MMLPQTP!”. Y los músicos y músicas de La Delio acompañaron la melodía con las trompetas, los timbales y arengando con las manos. Conexión plena entre artistas y público. Una conexión que acompañó en todos los momentos de concierto, que pasó por todas las etapas del grupo y expuso todos sus colores, facetas y fuentes musicales. Porque La Delio es más que un grupo de cumbia. O, en todo caso, en el lenguaje cumbiero pueden convivir muchas expresiones e influencias. Un argentinización de la cumbia que admite al rock, la psicodelia, el jazz, el folklore andino y todo el abanico tropical, desde las orillas del Conurbano hasta Perú o México.
De este modo, La Delio Valdez recorrió el repertorio de sus cuatro discos –La Delio Valdez(2012), La rueda del cumbión (2014), Calentando la máquina (2017) y Sonido Subtropical (2018)-, con una puesta visual espectacular y psicodélica, y momentos musicales que transitaron climas bien distintos. Desde segmentos instrumentales como “Anacumbia” o “Danza del uco” hasta el pop cumbiero de “Inocente” o “Tamborero de Michoacán”, en la magnética voz de Ivonne Guzmán y todo su carisma escénico. Otro de los cantantes estables, Black Rodríguez Méndez, también se llevó los aplausos en “Corazón cumbiambero” y “Joyita norteña”, ambos de Sonido subtropical, que este año fue premiado con un Gardel.
La Delio, que funciona como una cooperativa, se caracterizó en estos años por llevar su música a espacios no convencionales, como cárceles, hospitales psiquiátricos y tomas universitarias, y apoyar causas sociales como la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. En esa sintonía, incluyeron en su último disco una canción dedicada a la activista por los derechos humanos, socióloga y legisladora brasileña Marielle Franco, asesinada el año pasado. En “Santa Leona”, Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, recita unos versos y no podía faltar a la velada. “A Marielle Franco no le perdonaron que fuera negra, lesbiana y que defendiera a las mujeres, por eso fue asesinada”, dijo Taty ante un teatro conmovido. “Antes de brindarle este homenaje, yo les voy a pedir que gritemos un fuerte presente, porque sé que nos está mirando desde algún lado. ¡Marielle Franco presente, ahora y siempre!”, propuso y le regaló sus palabras a esta “guerrera de los humildes”.
Como en todo cumpleaños, la lista de invitados e invitadas fue extensa y diversa. La coplera y vientista salteña Micaela Chauque subió para cantar la andina «Florcita de cardón», escoltada por una poderosa sección de vientos y percusiones. El histórico cumbiero Coco Barcala, fundador de fundador de La Charanga del Caribe, se hizo cargo de «Kalamary» y otro referente de género, Hernán Coronel, de Mala Fama, hizo el clásico orillero y anticana «La marca de la gorra». Y el acordeonista y compositor misionero Chango Spasiuk le puso todo su vuelo musical a “La cosecha” y a una especie de chamamé instrumental. En síntesis, una noche consagratoria para La Delio Valdez, esta orquesta de cumbia autogestionada, popular, sofisticada y comprometida que viene expandiendo las fronteras del género tropical.
Sergio Sánchez/Página 12