Los aplausos fluyen al son de los pases cortos de primera, las triangulaciones y las salidas limpias desde el fondo. Los hinchas de Independiente se eyectan de sus butacas para aplaudir de pie a un equipo que después de mucho tiempo les devolvió un poco de ese paladar negro del que tanto se jactan por este lado de Avellaneda. El Rojo de Carlos Tevez (dirigió a pesar del fuerte golpe que sufrió en la cabeza por un accidente doméstico) quiere emular al de Ariel Holan, acaso el último gran Independiente, y presenta un blend perfecto de intensidad, garra y fútbol. Con esa formula goleó a Barracas Central en el Libertadores de América por 3-0, sigue invicto con el Apache como DT y se posa en lo más alto de la Zona A.
La inconfundible voz del Indio Solari sale a todo trapo de los parlantes del estadio cantando “el infierno está encantador esta noche” mientras las luces rojas hacen su show en el entretiempo. Y sí, la caldera del Diablo esta vez no hierve. Ya no está a punto de volar por los aires como en épocas no tan lejanas; por el contrario. Independiente se permite disfrutar. Porque juega bien, porque juega sin miedo, porque recuperó la memoria y porque tiene el ánimo por las nubes.
Fue el entretiempo más relajado de los últimos años en el Rojo tras un primer tiempo perfecto en el que dominó por completo a un Barracas que intentó mantener el orden, pero que se vio doblegado por la movilidad de su adversario. Matías Giménez de cabeza puso el primero al sacarle jugo a un tiro de esquina. Y Lucas González clavó un zurdazo letal que se le metió como un aguijón a Andrés Desábato, que había impedido antes un frentazo de Alexis Canelo.
Nada cambió en el complemento por más que el Guapo quiso hacer valor su apodo con más arrebatos que fundamentos serios. El dueño de casa no sufrió en ningún momento. Y liquidó la noche con un contraataque fortuito por un rebote que habilitó a Canelo. El delantero se escapó solo hacia el área, pero no fue egoista y ante la salida de Desábato le cedió el gol a Braian Martínez, que definió con el arco libre un partido que ya estaba resuelto hacía rato.
Barracas nunca logró entrar en la disputa del encuentro y sumó su quinta derrota consecutiva como visitante. No fue sólido y tampoco profundo. Dominado de principio a fin en Avellaneda.
Tevez se fue con el ojo mocho, pero con la sonrisa amplia de satisfacción. Su Independiente cada vez juega mejor y se permite ilusionar con pelear por un título. De yapa, se va olvidando de la zona roja del descenso y se acerca cada vez más a la Copa Sudamericana.
Nahuel Lanzillotta/Clarín-Deportes
PLATENSE GANÓ Y TAMBIÉN SE SUBIÓ A LA PUNTA
Ahí está Platense, escolta de Belgrano en la zona B tras vencer a Estudiantes 2 a 1, lejos de la franja caliente del único descenso de la tabla anual, soñando con la posibilidad de clasificarse a las instancias finales y, por qué no, pelear el título. En todo el año, Martín Palermo tuvo más momentos de zozobra que de confianza, pero resistió todo y ahora disfruta de un cierre de temporada con nuevos objetivos. Igual que los hinchas.
El protagonista de la noche fue Maximiliano Zalazar, delantero de 22 años, que marcó su segundo gol en Platense. El primero lo hizo ante Instituto, el 7 de abril. Entró faltando dos minutos y marcó en el minuto 48. Ante Estudiantes, ingresó faltando cinco minutos, y en el segundo minuto agregado le dio otros tres puntos a su equipo.
El local llegó al gol tras una jugada pero bien resuelta por Ronaldo Martínez. No pudo controlar la pelota el colombiano Manyoma en campo calamar, llegó un rechazo, calculó mal Núñez y el paraguayo marcó el único gol del partido.
Aunque el Pincha tuvo una leve mejoría después del gol local, no fue profundo y las llegadas fueron esporádicas. Cuando logró armar una buena jugada colectiva por derecha, Manyoma quedó solo de frente al arco y la mandó por arriba del travesaño. Pero en general, el Calamar controló bastante el juego.
En la parte final, la visita entró dormida y Platense no logró sacar ventaja. Estuvo cerca con un remate de Ronaldo primero y de Nicolás Castro después. Pero como sucede muchas veces, para cuidar el resultado, el equipo empieza a retroceder, ceder la pelota y el terreno. Además, empezó a tener peso el ingreso del Principito Sosa. Eso le permitió llegar a Estudiantes con más peligro. Un centro desde la izquierda generó el penal por esa mano increíble de Infante. Boselli aportó toda su experiencia y no falló.
Otra característica de los partidos del fútbol argentino es que los equipos se encienden en los minutos finales, con más situaciones de gol que el resto del partido. Era mejor Estudiantes pero en el final, llegó el 2-1 del Calamar con ese derechazo de Zalazar, para el delirio y el sueño de los hinchas calamares.
Oscar Barnade/Clarín-Deportes