
Es difícil vivir derrotas en los clásicos. Duran. Mucho se parecen a un duelo. De eso se trata de recuperar Independiente. ¿Podrá el 1 a 0 frente a Fortaleza reparar un poco aquel dolor de archirrivales? El tiempo dará tiempo para contarlo. Pero no es poco en términos de buscar cierta calma.
El contexto no ayudó. Ahí estuvo Independiente, equipo de copas, Rey de copas, para demostrar que las ansiedades y los cuestionamientos del contorno no eran suficientes para impedir el entusiasmo.
Fue un primer tiempo intenso pero carente de atractivos. El equipo de Lucas Pusineri parece preso de sus vaivenes. Tiene espasmos que invitan a pensar en qué creer, en objetivos grandes. Pero también se deshace en dudas por varios tramos de un partido.
El Independiente de los vértigos no sabe de términos medios. Es un gol que aclara el mundo del fútbol y la posibilidad de que por una derrota aparezcan los barras a reclamar. Así está. En una suerte de coctelera.
Hubo un remanso en el camino para el equipo de Avellaneda. Sucedió en el inicio del segundo tiempo. A los 6 minutos Leandro Fernández culminó una notable jugada colectiva propia del Libertadores de América.
Antes había sucedido un episodio que resignificó el partido: a dos minutos de finalizar la primera etapa hubo dos expulsiones: en Independiente, la del lateral Juan Sánchez Miño; y en Fortaleza, la del central Juan Quintero.
Diez contra diez, sin dos defensores, fue otra historia.
Con el gol de Independiente el partido se hizo mucho más atractivo. Llegadas de los dos lados, muy buenas actuaciones individuales de los dos lados. Romarihno y sus destellos; Alan Soñora y su osadía.
Lucas Romero estuvo cerca de convertir un golazo para dejar a Independiente mejor perfilado de cada a lo que viene. Pasó ahí del palo derecho. A casi nada.
El desenlace lo tuvo a Independiente padeciendo y en el final, festejando. Dentro de dos semanas tendrá que resolver la serie de visitante. Serán otros días. Y, por lo que parece, será un episodio difícil. Pero es Independiente, frecuente amigo de la épica. Más allá de los golpes recientes. Lo contó el arquero Martín Campaña un rato después del partido a consecuencia de ese encuentro que mucho tenía de decisivo para el Independiente de la montaña rusa. “Hoy había que ganar, ofrecimos lo mejor y lo logramos. No teníamos un momento fácil, pero hicimos un buen partido”, dijo.
Independiente terminó con en el arco en cero en la circunstancia. Quizá desde ese lugar se pueda reconstruir. Se verá. Lo contará la historia en la revancha que se disputará en el norte brasileño.
Nahuel Lanzillotta/Clarín