
El Malba reabre su sala de cine con Las siamesas, la película de Paula Hernández basada en el cuento de Guillermo Saccomanno. La protagonizan Rita Cortese y Valeria Lois, como una madre y su hija que viajan en micro hacia la Costa. Stella (Lois) heredó unos departamentos de su padre, y viaja con Clota (Cortese) a conocerlos.
El viaje no será sencillo, por motivos externos a ellas, pero también por la relación por momentos tensa entre una y otra.
Paula Hernández, cuya película anterior, Los sonámbulos, fue preseleccionada para competir por el Oscar al mejor filme internacional, habló con Clarín sobre la oportunidad de mostrar su obra en el Malba, y sobre el filme en particular.
-¿El amor puede llegar a cansar?
-¡Qué pregunta difícil y amplia! Uno podría filosofar horas sobre el amor, pero si lo pienso puntualmente en relación a los vínculos, sí, a veces cansa. El amor es un sentimiento único e incomparable, pero encierra también una idea de construcción. Una vinculación con alguien no es algo que viene dado, sino que implica dedicación, atención y muchas veces resignación también de ciertas elecciones o deseos individuales. Te completa y te vacía. Y todo eso, a veces cansa.
-Presentaste “Las siamesas” en el Festival de Mar del Plata el año pasado, donde se pudo ver online. Ahora vas a reabrir el Malba. ¿Qué reflexión hacés?
-Ante la incertidumbre del futuro, había dos opciones. Guardarla o moverla, en principio en festivales. Y aguantarla hasta que se pudiera estar en una sala. Pero la apertura de los cines era como una ilusión óptica en la ruta. Cuando pensás que llegaste al charco de agua, éste se desvanece y siempre está lejos. Había intereses de algunas salas para exhibirla, entre ellas el Malba, pero no se sabía cuándo sería.
-Tu película anterior, “Los sonámbulos”, había tenido todo un año presencial y una continuidad online.
-La decisión de estrenar en el Malba fue una ecuación entre cuestiones económicas, artísticas y realistas, ante un futuro que seguía siendo incierto. Ante la apertura del Malba, podría decirte que un poco me vuelve el alma al cuerpo. Es una sala que quiero, que pasó otras películas mías, pero principalmente es un espacio fundamental del cine de independiente, que defiende un cine personal, experimental, de lenguaje, de revisión. Así que es una alegría que la película se pueda ver ahí, como siempre imaginamos.
-Pasaste de una película coral a una casi de cámara. ¿Por qué?
-Una película de cámara, como bien lo definís. El material que se desprendía del cuento exploraba el vínculo madre e hija, y si bien lo hacía de una forma diferente a Los sonámbulos, me interesó zambullirme allí y profundizar esa relación con otras características y contextos. En la adaptación aparecieron nuevas líneas narrativas y desenlaces diferentes al cuento. La película trabaja desde el desequilibrio emocional de esos personajes, desde ese amor descarrilado, simbiótico… un amor donde esos personajes no pueden pensarse el uno sin el otro, porque ese drama es vivido como una tragedia.
-¿Cómo trabajaste con las actrices protagonistas?
-Rita Cortese y Valeria Lois son dos actrices con las que trabajé anteriormente y disfruto mucho de hacerlo. Somos amigas y disfrutamos de pasar tiempo juntas. Teníamos ganas de hacer algo las tres cuando apareció el cuento de Guillermo. Al principio de todo nos juntábamos para explorar los personajes, delinearlos, incluso dudábamos si rumbear hacia lo teatral.
-No debe ser fácil convivir con una madre como Clota. Decime que no está tomada de una historia personal.
-¡No! ¡Por suerte, ni mi madre ni yo somos Clota! Pero sí es interesante tirar de la cuerda de ciertos comportamientos obsesivos, claustrofóbicos o miedosos que podemos tener muchas personas (entre las que me incluyo) y llevarlos hasta el extremo. Esta película me dio la posibilidad de abordar cuestiones complejas, pero esta vez desde lo risible, con un humor espeso y oscuro, que a su vez permite contar lo monstruoso y absurdo que muchas veces asoma en ciertos vínculos familiares.
Pablo O. Scholz/Clarín