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Goles agónicos: Boca empató en Arroyito y San Lorenzo le ganó a Platense

Figal sale festejando su conquista que le sirvió a Boca para rescatar un punto en Rosario.

Boca todavía no se reencontró con el buen juego, pero de a poco recupera el alma y el cuerpo en el último aliento. El martes venció en el minuto 99 a Deportivo Pereira por la Copa Libertadores y así evitó la cuarta derrota seguida en la Bombonera por primera vez en su historia. Ayer, en el Gigante de Arroyito, sacó un pun

to de la galera ante Rosario Central, en el minuto 99, con el cabezazo agónico de Jorge Nicolás Figal. Así evitó la cuarta caída al hilo en un torneo de Liga, algo que no ocurre desde 1987. El Canalla estiró a 13 partidos su racha sin perder de local, pero perdió dos puntos de oro.

El ciclo de Jorge Almirón necesita mostrar signos de mejoría en el juego, más allá de los resultados que, por supuesto, pesan. Tanto que aún ganando seis títulos en las últimas tres temporadas con tres entrenadores diferentes, ninguno pudo sostenerse desde la producción futbolística. Ese es el gran desafío del nuevo entrenador de Boca.

Algo de lo que suele verse en los equipos de Almirón apareció en los primeros 20 minutos del encuentro en Arroyito: posesión de pelota, triangulaciones, pases con sentido, relevos necesarios.

Sin poder llegar al arco defendido por Romero, lo de Central era mucha lucha, fricción, presión y búsqueda de espacios para golpear. Cuando logró controlar un poco más la pelota, los encontró y llegó al gol: buen pase de Montoya en profundidad para Lautaro Giaccone, quien le ganó el duelo de zurdos al pibe Barco, ningún compañero se ubicó para tapar la segunda jugada y el volante rosarino de 22 años sacó un zurdazo inatajable. Puro mérito del goleador.

Después del tanto, Boca entró en la misma confusión que lo caracterizó este año y tardó más de 10 minutos en acomodarse. En ese ratito, Central casi aumenta con otro zurdazo de Giaccone que sacudió la red, pero el gol fue anulado porque Penel sancionó una falta anterior.

Almirón leyó que la defensa de Boca tenía un grave problema por el sector izquierdo, porque a Valentini le sigue costando adaptarse al puesto de marcador central. Además estaba amonestado, igual que Barco. Por eso mandó a la cancha en la parte final a Roncaglia y Sandez. Pero en el arranque otra vez el local encontró espacios para entrar con facilidad al área visitante. Pateó Giaccone, la pelota dio en Advíncula y Penel enseguida cobró penal y amonestó al peruano. Intervino el VAR, el árbitro fue a revisar la jugada, comprobó que pegó en el muslo y revirtió su decisión.

En la paridad de un juego sin brillo, Central estuvo cerca del segundo con un tiro libre de Alan Rodríguez que pegó en el travesaño. Se salvó Boca, que en ese mal rato de la parte final llegó al empate con una muy buena jugada colectiva: apareció Advíncula por la derecha, tiró un centro pasado, Briasco tocó hacía adentro y Payero metió el cabezazo justo.

Pero le duró poco la alegría a la gente de Boca. En cuanto encontró espacios y pudo armar una combinación, marcó el segundo en tres toques: pase de Malcorra para Campaz, centro pasado y Véliz apareció por detrás de todos para romper la red.

En un clima caliente (ver aparte) y por las interrupciones, se adicionaron 10 minutos. En la última jugada, llegó el centro de Villa desde la derecha, un primer cabezazo de Vázquez en el primer palo y el anticipo de Figal a la marca de Quintana. Y el alivio para Boca.

Clarín/Deportes

EL CICLÓN SOPLÓ EN LA AGONÍA DEL PARTIDO

No jugaba para nada bien. Casi no llegaba al arco de enfrente. El cansancio lo maniataba. Y el “movete, Boedo, movete” bajaba de los cuatro costados del Nuevo Gasómetro. El partido con Platense se moría en un empate pálido y sin goles que era más bien una derrota para el cuadro azulgrana, porque lo alejaba de la pelea del torneo. Pero la pelota del final, a falta de 7 segundos, estuvo angelada para los Santos de Boedo. Sobre la hora lo ganó el Ciclón de Ruben Darío Insua con un zapatazo demoledor de Rafa Pérez para mantener la lucha arriba con River.

La modorra de la mañana dominguera no se fue por ver jugar a este San Lorenzo que apuesta a afrontar la Copa Sudamericana y el campeonato local con una misma formación. Y se siente el desgaste lógico. Un poco porque no quiere perder el funcionamiento compacto que tanto le costó encontrar y otro poco porque en el banco no cuenta con recambio de jerarquía, Insua no toca piezas de un partido a otro. Y a su San Lorenzo se le complica cada vez más sostener la intensidad que lo caracteriza.

Por eso el Gallego dispuso que sus muchachos no presionaran a Platense arriba y el plan del encuentro fue esperarlo en la mitad de la cancha. Un poco porque se siente cómodo con esa postura que le dio mayormente muy buenos resultados y otro poco para no hacer un gran desgaste de entrada y dosificar la energía, que se agota con mayor velocidad.

Entre un Ciclón agazapado y un Platense sin más ideas que dársela a Vicente Taborda para que inventara algo, el espectáculo no resultaba demasiado atractivo en un Nuevo Gasómetro con un muy buen marco. La única manera de que los plateístas despegaran la cola de sus butacas era cuando Malcom Braida o Nahuel Barrios agarraban la pelota y desbordaban por la izquierda.

De hecho, las dos únicas situaciones de la primera parte vinieron por esas vías: un centro de Braida que conectó de cabeza y desviado Andrés Vombergar y una escapada del Perrito que dio el pase el medio y el propio esloveno no pudo conectar por abajo. Después, nada más para el dueño de casa, que contó con la presencia de Nicolás Blandi como faro de área en lugar del lesionado Adam Bareiro, con un corte en un tobillo). El “9” quedó siempre enganchado en el fuera de juego.

Del otro lado tampoco había una propuesta muy creativa, pero cada vez que Taborda se unía con el balón, se las rebuscaba para conectarse con sus volantes internos o alguno de los delanteros. Eso sí, le faltó más profundidad a Platense para poder pisar el área de Facundo Altamirano (Augusto Batalla fue baja por problemas estomacales).

El recambio lo hizo en el entretiempo Insua con tres sustituciones: Iván Leguizamón, Francisco Perruzzi y Gonzalo Luján por Blandi, Carlos Sánchez y Agustín Giay, respectivamente. Los de Boedo apenas insinuaban con un par de cabezazos de Vombergar, mientras se instalaba una neblina ya entrado el mediodía, como si el humo de los asados dominicales invadiera los cielos de Buenos Aires.

En el descuento recién se vio lo mejor. Un remate por lado, una atajada por lado. Y un bochazo de Jalil Elías que bajó Federico Gattoni y que el colombiano Pérez enganchó de volea para desatar el desahogo de la cuervada que se fue aleteando de alegría por uno de esos triunfos que cambian el ánimo de toda la semana.

Nahuel Lanzillotta/Clarín-Deportes

OTROS RESULTADOS

Estudiantes 1 – Talleres 0

Instituto 1 – Banfield 1

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