Aun en una profesión a menudo demonizada (a veces con algo de justicia), no cabe otro término que el de «leyenda»: a los 71 años, murió Rubén «Pelo» Aprile, empresario discográfico responsable de innumerables obras que forman parte del libro gordo del rock hecho en Argentina. Si bien no existen mayores precisiones, trascendió que el presidente de la compañía editora Pelo Music falleció a causa de la covid.
Nacido en 1950, Aprile se relacionó con la música desde la adolescencia, primero poniendo música en bailes, luego vendiendo discos en una feria ambulante y más tarde en su propia disquería en la Galería del Centro, en Corrientes y Libertad. Desde allí comenzó a producir discos «enganchados», primero para su labor de DJ y luego para vender a otros profesionales, convirtiendo a su local en un éxito comercial.
Pero ese fue solo el comienzo de una carrera fulgurante en la industria discográfica. La fundación del sello Interdisc, iniciado con un compilado del DJ Alejandro Pont Lezica, lo llevó a acompañar la carrera de nombres tan importantes como los de Charly García, Los Abuelos de La Nada, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Los Fabulosos Cadillacs, GIT y Fricción. El sello fue una especie de marca registrada del rock argentino, pese a lo cual cayó en una quiebra que hizo que luego el catálogo cambiara de mano en mano sin mayor beneficio para los artistas.
En los años ’90, sin embargo, Aprile tuvo revancha. Tras un breve paso por EMI (donde llegó a publicar el Pelusón of Milk de Spinetta) encabezó la compañía Polygram -luego reconvertida como Universal-, en una gestión que generó auténticos bombazos como la recopilación Mercedes Sosa 30 años y La era de la boludez de Divididos, y que consiguió firmar a La Renga, banda habituada a trabajar de manera independiente.
En los últimos años, Aprile comandó la discográfica Pelo Music, donde editó discos de Fidel Nadal, Callejeros, Divididos y Javier Calamaro, entre muchos otros artistas: otra etapa de un empresario incansable que, aun con sus peleas y reconciliaciones con los músicos (es célebre la anécdota de Spinetta jurando que nunca se volvería a sentar a firmar con un contrato con Pelo… y algunos años después firmando contrato nuevamente pero de pie) fue reconocido de manera unánime como uno de los grandes motores y difusores de la música hecha en la Argentina.
Página 12/Espectáculos