Murió Chick Corea. Resulta difícil entender que quien reflejó a través de una música siempre actual y movediza una forma de juventud, ya no está. El bebop de su formación, su trabajo con el jazz latino, la fusión con el rock, el descubrimiento de España, la fascinación por Brasil y el amor por los pianistas clásicos, solo o en las más variadas formaciones, marcaron una carrera profesional de más de medio siglo, que dejó una discografía de inmensa calidad y variedad. Hacía pocos meses había presentado un nuevo disco, un álbum doble en el que solo en piano grabó música propia junto a la de Mozart, Thelonious Monk y Steve Wonder. Queda como testamento espiritual de un músico que hizo de los cruces y los diálogos el fundamento de su obra.
Pianista, compositor, arreglador, productor, maestro. Acústico y eléctrico. Chick Corea fue uno de los músicos más influyentes de ese amplio universo que es el jazz y seguramente una de las figuras más importantes de la música global de este tiempo. Además de fecundo artísticamente fue comercialmente exitoso. También por eso sería imposible explicar la música de este tiempo sin el ejemplo de Chick Corea.
Corea murió hace tres días, pero la familia hizo pública la noticia el jueves, a través de un comunicado en las redes sociales. “Con gran tristeza anunciamos que el 9 de febrero Chick Corea falleció a los 79 años de edad, de una rara forma de cáncer descubierta recientemente”, comienza el texto que más adelante incluye palabras del mismo Corea: “Quiero agradecer a todos aquellos a lo largo de mi viaje que han ayudado a mantener el brillo de la llama musical. Es mi esperanza que aquellos que tengan el impulso de tocar, escribir, actuar o lo que sea, lo hagan. Si no es por ellos mismos, que lo hagan por el resto de nosotros. No solo porque el mundo necesita más artistas, sino que también es divertido”, dejó expresado el pianista. “Y a mis increíbles amigos músicos que han sido como una familia para mí desde que los conocí: ha sido una bendición y un honor aprender y tocar con ustedes. Mi misión fue siempre la de traer la alegría de crear donde pudiera, y haberlo hecho con todos los artistas que admiro ha sido la riqueza de mi vida”, concluye la nota que enseguida comenzó a circular a través de los diarios del mundo.
Armando Anthony “Chick” Corea nació Chelsea, en Massachusetts, el 12 de junio de 1941, en una familia de origen calabrés. A los cuatro años comenzó a tocar el piano, estimulado por su padre, trompetista de jazz que dirigió una banda de Dixieland en Boston en las décadas del ’30 y ’40. Rodeado de música, el pequeño Armando conoció enseguida a los héroes del bebop. La música de Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Bud Powell, Horace Silver, Lester Young, dejarían una marca notable en su formación. A los ocho años, comenzó a estudiar piano clásico con Salvatore Sullo, un concertista de origen italiano que además del amor por Mozart la abrió el universo de la composición.
Tras los primeros pasos en su ciudad natal, entre ellos un trío con el que tocaba música de Horace Silver, el joven Armando se fue a New York soñando en los grandes clásicos. Un mes en la Universidad de Columbia y seis meses en la Juilliard School fueron suficientes para terminar de definir su vocación: sería músico de jazz y en ese mundo fundó su reino.
Después de variadas colaboraciones en los primeros años sesenta con el trompetista Blue Mitchell y el saxofonista Stan Getz, y en el ámbito del jazz latino con los percusionistas Mongo Santamaría y Willie Bobo, Corea grabó su primer trabajo discográfico en primera persona al frente de un quinteto en el que estaban Woody Shaw a la trompeta y Steve Swallow al contrabajo, entre otros. Tones For Joan’s Bones se llama el disco de 1966 en el que se anuncia algo de lo que dos años más tarde será Now He Sings, Now He Sobs, un disco en trío con el baterista Roy Haynes y Miroslav Vitous en el contrabajo. A esta altura la reputación de Corea como pianista estaba asentada, al punto que Miles Davis lo llamó para tocar en su grupo. En el laboratorio del trompetista, que en una de sus tantos cambios de piel comenzaba su período eléctrico, Corea fue parte importante. Formó parte, entre otros discos, de In a Silent Way y Bitches Brew (1969), dos piezas fundamentales de la música del siglo XX. Así comenzó a experimentar a partir del uso de instrumentos electrónicos, en particular el Fender Rhodes.
En 1970, sin dejar de tocar con Miles, Corea experimentó en el jazz de vanguardia con Circle. Ahí estuvieron el multinstrumentista Anthony Braxton, el contrabajista Dave Holland y el baterista Barry Altschul. En 1971, abierto a otras experiencias, el pianista grabó las sesiones que se convirtieron en Piano Improvisations Vol. 1 y Vol. 2, que editó el sello alemán ECM. Ese mismo año fundó Return to Forever, uno de los hitos de la música de fusión, con el que afirmó el sonido de una época. En sus dos primeros discos, Return to Forever estaba formado por Flora Purim en voz y percusión, Joe Farrell en flauta y saxofón soprano, Airto Moreira en batería y percusión, y Stanley Clarke en contrabajo acústico. Más tarde, la segunda etapa del grupo tuvo al baterista Lenny White y al guitarrista Bill Connors junto a Corea y Clarke, para forjar un sonido con su matriz en el rock y el funk. En 1974, el guitarrista Al Di Meola se unió a la banda y Corea intensificó el uso del Moog y el Minimoog, que entonces se creían paradigmas de la libertad sonora. Con las novedades de la fusión se consolidaba un sonido enérgico, que en su conjunción entre creatividad y tecnología atraía un público amplio.
La industria premió a Corea con el primero de sus 23 Grammys en 1975 por No Mystery, un disco de Return to Forever. Otro Grammy llegó en 1976 con The Leprechaun, y un tema de ese disco, “Leprechaun’s Dream” recibió el premio Grammy al Mejor Arreglo Instrumental. Ese mismo año, Corea amplió sus horizontes expresivos con My Spanish Heart, un disco de aires ibéricos, en el que participan la cantante Gayle Moran, su esposa, y el violinista eléctrico Jean-Luc Ponty. El disco combinaba jazz y flamenco, apoyado por el sintetizador Minimoog y una sección de vientos.
También el arte del dúo formó parte de la sensibilidad de Corea. Recordados son los trabajos con el vibrafonista Gary Burton, con quien grabó varios álbumes a dúo para ECM, incluido Crystal Silence (1972). En 2008 aquella experiencia se reeditó con The New Crystal Silence, que ganó un Grammy al año siguiente. De fines de los ’70 son los conciertos a dos pianos con Herbie Hancock: esmoquin, pianos de cola y un repertorio que además de obras de uno tocadas por el otro incluyó a compositores como Béla Bartók. De 1982 es The Meeting, en vivo con el gran pianista austríaco Friedrich Gulda –maestro entre otros de Martha Argerich– y de 2008 Duet, el registro en vivo de un concierto en Tokio con la pirotécnica pianista japonesa Hiromi Uehara.
A mediados de los ’80 el pianista volvió a enchufarse a la fusión con la Chick Corea Elektric Band. El reconocimiento en forma de Grammy le llegó por Light Years (1987). De esa banda surgieron talentos como el bajista John Patitucci y el baterista Dave Weckl, el saxofonista Eric Marienthal y los guitarristas Frank Gambale y Scott Henderson. Con Patitucci y Weckl Corea formó The Akoustic Band, el trío clásico con el que cada tanto volvía a las bases del jazz. En 1992, Corea comenzó su propio sello, Stretch Records, y su presencia se multiplicó más allá del escenario. En 1998 participó en el álbum de Gary Burton Like Minds, con Pat Metheny, Roy Haynes y Dave Holland y en 1999 accedió al Grammy Hall of Fame con Now He Sings, Now He Sobs con Roy Haynes y Miroslav Vitous, aquel que a comienzos de su carrera había cimentado su fama de pianista.
La lista de músicos que colaboraron con Corea es prácticamente una enciclopedia del jazz. En 1998 fue parte de Like Minds con sus viejos socios Gary Burton en vibráfono, Dave Holland en bajo, Roy Haynes en batería, además de Pat Metheny en guitarras. En 2001, armó el Chick Corea New Trio, con el bajista Avishai Cohen y el baterista Jeff Ballard, con el que lanzó Past, Present & Futures. En 2007 ganó otro Grammy con The Ultimate Adventure y la canción “Three Ghouls” ganó el Grammy al mejor arreglo instrumental, más otro Grammy Latino, con The Enchantment con Béla Fleck.
En 2008 se reunió la tercera versión de Return to Forever (Corea, Stanley Clarke, Lenny White y Al Di Meola) para una gira mundial, que dejó un DVD del concierto grabado durante la actuación en el Festival de Jazz de Montreux. En 2010 Five Peace Band con John McLaughlin, Kenny Garrett, Christian McBride y Vinnie Colaiuta, ganó otro Grammy, multiplicado en 2011 con Forever, con Stanley Clarke y Lenny White. En 2013 su canción “Hot House”, extraída del álbum homónimo, con Gary Burton, ganó un Grammy al Mejor solo de jazz improvisado, el mismo que en 2015 obtuvo su canción “Fingerprints” del álbum «Trilogy”. Corea es el artista con mayor número de premios Grammy de jazz en los 63 años del galardón y existe la posibilidad de que gane uno a título póstumo el 14 de marzo, donde está nominado a Mejor solo de jazz improvisado por “All Blues” y Mejor disco de jazz instrumental por Trilogy 2.
En la última parte de su carrera, Corea compuso para orquesta sinfónica. El resultado de estos afanes fueron un Concierto para piano, además de una adaptación de su pieza insignia, “Spain”, para orquesta, que interpretó en 1999 con la Filarmónica de Londres. En 2004 compuso su primer trabajo sin teclados, el String Quartet nº 1, que dedicó al Orion String Quartet y fue interpretado por ellos en el Summerfest de 2004 en Wisconsin. En 2011, en el Lincoln Center for the Performing Arts se celebró en una retrospectiva de la música de Corea con la Jazz at Lincoln Center Orchestra. En 2016 el pianista celebró sus 75 años tocando con más de 20 grupos diferentes durante seis semanas seguidas en el Blue Note Jazz Club en Greenwich Village, en Nueva York. “Ignoro bastante bien los números que componen la ‘edad’. Siempre me he concentrado en divertirme al máximo con la aventura de la música”, dijo en aquella ocasión.
Santiago Giordano/Página 12