Murió Kenzo, el primer gran japonés de la moda en París, a los 81 años, con el virus del siglo XXI. Un comunicado del Hospital American anunció su fallecimiento, en la tarde de ayer, de coronavirus.
El más parisino de los japoneses, que había cedido su casa de moda al billonario grupo LVMH seis años atrás, será muy extrañado en la Bastilla, su barrio, en donde visitaba bares, restaurantes y dialogaba amablemente con todos los vecinos, en el mercado de Alligre.
Kenzo Takada se despidió con un gran show en el Zenith, ante 4.000 personas que se emocionaron, en un espectáculo que reunió la moda con músicos, bailarines, animales, en un fondo multiétnico. Desde entonces se dedicó a la decoración, el diseño y la pintura.
En 2009 vendió su casa japonesa de 1.000 metros en la Bastilla y dispersó su heterogénea colección de arte.
En la pasarela Inés de la Fressange, la modelo francesa de madre argentina que fue favorita de Kenzo, Katoucha Noaie ,y celebridades, como Julien Clerc, y todos sus colaboradores desfilaban o bailaban al son del tam tam, música gitana o el acordeón.
Magia, poesía, estética, originalidad, alegría y buen humor. Son los valores que marcaron la vida de Kenzo como creador. Con su pelo negro, su mecha blanca ya gris, un traje oscuro, camisa blanca y corbata amarilla, Kenzo hizo una reverencia a su público y a sus amigos para decir adiós.
Le había cedido el nombre al gran grupo de Arnault , cuando su casa ya cumplía 30 años de vida. Desde entonces se había dedicado a específicos diseños a pedido.
Había llegado al puerto de Marsella en barco. Quinto hijo de una familia de siete hijos, nació el 27 de febrero de 1939 en Himeji, la ciudad japonesa de pasado feudal.Provenía de una familia de comerciantes japoneses. Comenzó a interesarse por la moda en su infancia, cuando le enseñaban costura a sus hermanas.
Y por la moda abandonó sus estudios en la universidad de Kobe para continuar en la Bunka Fashion College, que abrió sus puertas por primera vez a los hombres.
Al recibirse partió en su primer viaje a Europa, a donde llegó un mes y medio después, a través del puerto de Marsella. Tras su llegada a París, vendió sus diseños a Louis Feraud y Jacques Delahaye antes de obtener un cargo de estilista en Renoma, una casa de moda muy famosa en la capital francesa en 1974.
Kenzo buscaba su libertad. Abrió su primera boutique en la Galerie Vivienne, con diseños de jungla inspirados en Rousseau, que el bautizó “Jungle Jap”. Allí fue su primer desfile pret a porter, donde se mezclaban kimonos con polleras altas y tops coloridos.
Así nació su moda, con un guiño a sus raíces japonesas y referencias occidentales que deleitó a París. Sus estampados floridos, con vegetales y flores, colores fuertes, imágenes folklóricas. Las boutiques se multiplicaban desde St Tropez a la rue Cherche Midi y la place des Victoires en París.
En 1971, la edición norteamericana de Vogue se interesó en su trabajo. Kenzo se expande, diversifica su marca, incorpora la moda masculina y la perfumería.
“Desde mi partida de Japón, en 1964, pensé que mi tiempo en Francia no sería más que de seis meses. Estoy feliz que no haya terminado cincuenta años después”, reconoció Kenzo Takada en el 2016 a France Info. Era un esteta y amaba divertirse. En 1990 instaló 30.000 plantas de begonias en el Pont Neuf de París para celebrar la llegada del verano. Así va construyendo la reputación de su moda feliz, alegre. Fue el primero que utilizó a sus amigos como modelos: Grace Jones, Jaime Santiago y Guy Cuevas subieron a las pasarelas como sus modelos. Sus presentaciones, incluida una acompañado por dos elefantes, lo convierte en una celebridad de la noche parisina. Le Palace, el templo de la noche en París en los ‘70 y ‘80, lo tiene como habitué. Con su compañero y brazo derecho, Xavier de Castella, que le presentó a Karl Lagerfeld, organizan fiestas y shows absolutamente memorables. Una fue una noche Cartoon, donde apareció disfrazado de Minnie Mouse.
Pero la llegada del SIDA, la muerte de su pareja Xavier de Castella y el ataque cerebral de Atsuko, su socio, ponen fin a este período. El abandona la moday comienza a desaparecer lentamente de la escena y de la noche. En el 2009 vende su magnífica colección de arte en la Casa Drout por 1,9 millones de euros. Una colección con objetos de todas las épocas. Amaba mezclar todas las épocas, todos los objetos. “El nunca compró en función del dinero. Era una colección de amateur de arte, de alguien que compra con pasión todos los estilos y valores”, dijo Jean Luc Estournel, especialista en arte asiático.
Lanza K3, su nueva marca de diseño, y festeja sus 80 años con otra gran fiesta en el Pabellón Ledoyen, con el dorado como color obligado para la noche. Amplia sonrisa, anteojos redondos, talento inmenso, Kenzo será extrañado como un verdadero parisino.
Nadie podrá repetir sus colores, sus flores, sus asociaciones inéditas y poéticas. Francia lo condecoró como Comandante de la Orden de Artes y de Letras y, luego, las insignias de Caballero de la Legión de honor en manos del presidente del Consejo Constitucional y ex primer ministro Laurent Fabius, quien rindió homenaje “al más parisino de los creadores japoneses”.
María Laura Avignolo/Clarín