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Falleció el actor Carlos Andrés Calvo, un ícono de la televisión argentina

Carlín había sufrido dos ACV, de los que nunca pudo recuperarse.

Figura estelar de la TV argentina en los noventa, Carlos Andrés Calvo -“Carlín” a secas, para todo el mundo- murió este viernes a los 67 años. El actor que supo conquistar a todo un país desde su protagónico en Amigos son los amigos, el recordado ciclo de Telefe que batió todos los índices de audiencia a comienzos de la última década del siglo pasado, no pudo superar el deterioro de una salud que se vio seriamente afectada por los dos ACV que sufrió en 1999 y 2010. Entrador, galán y dueño de un registro actoral que empatizaba fácilmente con el público desde su arraigo barrial, Calvo quedará en la memoria de buena parte de los argentinos como el actor que le dio vida a “Carlín Cantoni”, ese alter ego suyo de Amigos son los amigos que dejó inmortalizadas en el público las frases “es una lucha” y “vos fumá”, o la expresión “pendex”, que aún forman parte del vocabulario de toda una generación.

Popular y querido, Calvo luchó durante años con un estado de salud que le fue quitando toda la energía que desplegaba cada vez que se subía a un escenario o se encendía una cámara de TV. La muerte del actor, que estaba internado por una infección generalizada desde hacía algunas semanas, fue confirmada en la mañana del viernes por su amigo Javier Faroni, mediante un conmovedor mensaje en Twitter. “Fuiste todo lo importante en mi vida… Me enseñaste de chico a ser quien soy. Nunca pensé que este momento llegaría pero fui feliz teniéndote a mi lado, amigo. ¡Te amo con todo mi alma! Descansa en paz, Caaaarlloossss”, escribió el productor teatral, junto al posteo de algunas fotos juntos.

Actor de teatro, cine y televisión, la figura de Calvo no puede escindirse de la pantalla chica, medio en el que se movió no solo con comodidad sino también con una popularidad que pocos alcanzaron. Todos aquellos que transitaron la década del noventa fueron atravesados de una manera u otra por lo que pasaba en Amigos son los amigos, esa comedia que entre 1990 y 1992 paralizaba a un país cada martes a las 21. Allí, Calvo era Carlín Cantoni, un fletero entrador al que un día se le aparece en el departamento prestado por una amiga un chico adolescente de nombre Pablo Pintos (Pablo Rago), hijo de la propietaria y con quien terminaría entablando una relación de amistad que traspasaba la diferencia generacional. En la trama, ese treintañero y ese adolescente lidian, básicamente, no solo con los problemas laborales, sino fundamentalmente entre amores fugaces y algunos profundos que les terminan por desorganizar sus planes de vivir “sueltos” por la vida.

Lejos de la picaresca argentina, la comedia se convirtió en un suceso de público desde una trama que supo hacer equilibrio entre la fugacidad afectiva de sus protagonistas, la comedia blanca y la emocionalidad que generaba el vínculo entre ese soltero empedernido y el adolescente “en Babia”, que tenían que convivir a la fuerza de un día para otro. Cada capítulo de Amigos son los amigos superaba los 50 puntos de rating, atrayendo a un público amplio y fiel durante esos años.

Para dimensionar su impacto, en 1990 el programa solo fue superado en audiencia por la semifinal y la final del Mundial de ItaliaAmigos son los amigos no solo marcó el lenguaje de época a partir de sus frases, sino también desde las canciones que sonaban en el ciclo. A partir del programa, escuchar “Friends Will Be Friends” -que oficiaba de cortina musical del ciclo- o “Viento dile a la lluvia” y “Ayer nomás” de Los Gatos -que acompañaban las vicisitudes emocionales de Carlín- son un ineludible puente emocional a Amigos son los amigos para quienes siguieron casi religiosamente la trama de la comedia en tiempos de Gustavo Yankelevich al frente de Telefe.

Como suele suceder, la vida de Calvo no fue igual después de semejante éxito. De hecho, Alejandro Romay quiso extender la popularidad del actor y se lo llevó a Canal 9 para la continuidad del programa, pero que sin el elenco original no fue lo mismo. A Calvo no le fue fácil salirse de su personaje de Carlín, al punto tal que en 1995 Canal 13 lo contrató para protagonizar Hola papi, una suerte de continuidad tácita de su personaje insignia. En la ficción, el actor interpretó una versión asentada de aquel, en una comedia en la que hacía de un padre enfrentado con su suegra por la tenencia de un hijo que se rehusa a conocerlo. Hola papi fue otro éxito, al igual que el que consiguió años más tarde con RRDT, la ficción de Polka en la que interpretaba a un entrenador de fútbol del ascenso.

Las ganas de alejarse definitivamente del personaje de galán lo llevaron a animarse a hacer una versión televisiva de Drácula (1999), a la que no solo no le fue bien en audiencia: durante su desarrollo el actor sufrió el primero de los dos ACV. A partir de ese momento, Calvo tuvo una larga y compleja recuperación, que le dejó secuelas permanentes. Pese a ello, el actor siguió trabajando en ciclos como El hacker (Telefe), Costumbres argentinas (Telefe), Los machos de América (América TV), Botines (El Trece), Amo de casa (Canal 9), Mujeres de nadie y Vulnerables (El Trece). El segundo ACV, en 2010, que se produjo a minutos de salir al escenario en Mar del Plata con la obra Taxi, le dejó fuertes secuelas de las que no pudo recuperarse. Ese fue el fin de la carrera profesional de Calvo, que en la pantalla chica había tenido su primer protagónico en 1980 en el recordado El Rafa, junto a Alberto de Mendoza y Alicia Bruzzo, donde mostró sus primeras dotes como galán televisivo.

Actor de comedia por naturaleza, Calvo también protagonizó más de veinte obras teatrales, muchas de las cuales protagonizaron innumerables temporadas veraniegas en Mar del Plata. La noche de los sinvergüenzas (1981), Engañemos a mi mujer (1982), Extraña Pareja (1984), Taxi (1985), Escándalo internacional (1986), Casi un ángel (2002) y Money Money (2003) fueron algunas de las obras que Calvo protagonizó sobre las tablas. En la pantalla grande, el actor también participó en películas como Los hijos de López (1980), Ritmo, amor y primavera (1981), Adiós, Roberto (1985) y Comodines (1997). Una carrera popular que se vio afectada por los problemas de salud de un actor que tuvo en su ADN el timing justo para la comedia y el encanto campechano para ser querido por argentinos de todo tipo y factor.

Emanuel Respighi/Página 12

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