
Que este Boca de Miguel Ángel Russo todavía no haya ganado en esta Liga profesional puede explicarse desde muchos ángulos. Desde un recambio gigante y un equipo todavía en formación pese a que ya transcurrieron varias semanas de competencia y preparación; a partir de la falta de
apellidos de jerarquía para aportar soluciones desde la cuota individualidad; parado en los pocos goles que acumula (solo 2 en estos juegos) e incluso en que no logra imponerse a ninguno de sus rivales desde lo táctico, estratégico o físico. La conclusión, desde donde se empiece, es inevitable después de la derrota ante Estudiantes por 1 a 0 en La Plata: Boca tiene menos que antes pero incluso con lo que tiene no logra ser un equipo confiable y constante, no aceita su funcionamiento y tiene niveles muy por debajo de su expectativa.
Por eso la tabla le devuelve una imagen que es su realidad: cerca del fondo, todavía sin sumar de a tres, con el acceso a la próxima Libertadores comprometido y con un recorrido a diciembre que empieza a tener la Copa Argentina como su máximo objetivo.
Los primeros 45 minutos habían dejado una idea clara pero de ejecución con altibajos. Porque Boca mantuvo la pelota (en ese rato lo administró el 65 por ciento del tiempo) pero además adoptó una postura más ambiciosa. Con una presión elevada, con sus laterales parados en el campo rival pero con pocas apariciones cerca del área de Andújar, quien solo se revolcó una vez ante un remate cruzado de Pavón. Los de Russo parecieron ensayar un buen libreto, lo pusieron en funcionamiento pero se metieron en un laberinto que arrastra desde este semestre: la falta de un 9 para tener como alternativa de pase una vez que reúne pases para llegar hasta el arquero rival.
Por eso la clave en esa primera mitad estuvo cuando Zielinski entendió que debía contener mucho más a los mediocampistas de Boca que a los laterales/extremos: no había riesgo en el área como para apurarse a buscarlos en lo ancho de la cancha y era mejor apretar las tuercas en el corazón del círculo central. Así, Ramírez dejó de poder romper líneas tan fácil y la pelota cayó mucho más en los pies de Pulpo y en Rolón; ambos imprecisos. Con eso, Sánchez Miño, Zuqui y Corcho Rodríguez batallaron mejor.
El cambio de Estudiantes en la segunda etapa mejoró al equipo. Estevez, mucho más movedizo que Apaolaza, empezó a aprovechar las facilidades de una mitad de la cancha visitante que dejó a sus espaldas demasiado espacio por ocupar. Por eso el juego, enmarañado, pasó de la tendencia azul y amarilla a una roja y blanca por una razón: Estudiantes identificó que su rival era inofensivo con la pelota en los pies y sumó confianza. Con Sánchez Miño filtrado en un callejón entre Zambrano y Advíncula pero también con la siempre temida pelota detenida a favor, los de La Plata torcieron la tendencia.
Las únicas buenas combinaciones ofensivas del segundo tiempo, vaya paradoja, las construyó Boca: una trepada de Advíncula por derecha que Ramírez tiró por encima del travesaño y un centro de Fabra que encontró un débil cabezazo de Vázquez, en el final. Pero así, entre un partido cortado, peleado, casi sin disparos a los arcos, llegó un tanto salvador para Estudiantes desde un firme cabezazo de Noguera (le ganó muy bien en el salto a Izquierdoz). Gol y una ventaja que cotizó mejor que una criptomoneda de PSG. Porque rompió un cerrojo que se intuía imposible.
Los manotazos que llegaron desde el banco de suplentes visitante tampoco se entendieron. Es que el DT de Boca, con el juego igualado, había evitado las modificaciones más allá de que su equipo había dado señales de necesitar refresco en la mitad de la cancha. Pero en ya desventaja tiró a la cancha a los pibes: Aarón Molinas, Vázquez y Obando. Nada cambió.
Entre infracciones para cortar el ritmo de Estudiantes y la falta de ideas de Boca para crear algo, el último cuarto se esfumó con certezas. Los de Zielinski pelearán cada juego con las armas que su DT trae en el CV desde siempre: sacrificio y orden. Y Boca solo luchará por tener un boleto en la Copa de 2022. Así diseñado, con falta de fuego y tan pocas piezas aún por probar, el gol y el triunfo se le transformaron en una utopía.
Matías Bustos Milla/Clarín
PATRONATO GANÓ Y SE SUMÓ AL LOTE DE ARRIBA
La sorpresa se ratifica una fecha tras otra. Patronato volvió a ganar y está a tres puntos de la cima de la tabla que tiene como único líder a Independiente. Pero ya van seis fechas de la Liga Profesional de Fútbol, el estado anímico de los rojinegros está por las nubes y se animan a soñar.
No fue un partido menor el que ganó ayer porque fue contra un rival directo por la permanencia, en esa otra tabla que por ahora nadie mira, pero que el año que viene tendrá a muchos necesitados.
Un zurdazo del lateral Leandro Marín, después de un tiro libre de Canteros, se coló en un ángulo del arco de Rigamonti y fue la diferencia que sentenció el marcador. Es el primer gol de Marín en el club, un neuquino formado en las divisiones inferiores de Boca, próximo rival de Patronato.
En el juego estuvieron parejos, sobre todo en el primer tiempo. Los santiagueños no son mal equipo y le dan guerra a cualquiera. El tema es que la jerarquía individual o las circunstancias suelen inclinar balanzas.
Gustavo Coleoni movió piezas a partir de la media hora, se mantuvo ese cuidado defensivo y ese respeto por el rival de ambos equipos. Al Ferroviario le faltó un poco de vitamina para ir a buscar el empate, aun arriesgándose a ser liquidado de contraataque. El local cuidó con prolijidad aquella ventaja cuando promediaba la segunda parte. En seis fechas, Paraná es una fiesta con el Patronato de Iván Delfino que en silencio está allá arriba.
Clarín/Deportes
PLATENSE Y EL DESAHOGO DE UNA VICTORIA
A pesar de las ausencias por los ocho casos de coronavirus detectados en el plantel, Platense logró un festejado triunfo ante Arsenal. Es que el equipo de Vicente López debe sumar para la tabla de promedios aunque al fin de este torneo no habrá descensos.
Aislado el técnico Leonardo Madelón, el equipo fue dirigido por Claudio Spontón. Bogado, de penal, y Acevedo, de cabeza, pusieron en ventaja al Marrón y descontó Farioli, también desde los 12 pasos. Había acertado el árbitro Penel en sus dos decisiones.
La intensa neblina que cubrió el campo de Vicente López le agregó dramatismo a la definición. Platense había sorprendido con su idea de ir al ataque de entrada y, lograda la diferencia, se dedicó a cuidarla cubriendo espacios y manejando la pelota.
Arsenal apuró todo lo que pudo, se llevó por delante, por momentos al rival, pero no encontró el arco más allá de ese penal. Con la victoria, Platense alcanzó a Arsenal y visitará a Central Córdoba. Los de Sarandí serán locales de Racing.
Clarín/Deportes