
“Esta es la historia de una vida, no sólo de una acusación y, como podría esperarse de un escritor con su impronta cómica, el estilo de Allen es chismoso y ágil cuando aborda su infancia y el ascenso a la fama”, escribió en The Guardian la periodista Fiona Sturges sobre A propósito de nada, las memorias de Woody Allen recientemente lanzadas en español por Alianza Editorial. Aún así, noventa de las cuatrocientas páginas están dedicadas al escándalo con su ex esposa, la actriz Mia Farrow, a raíz de la acusación de abuso sexual a su hija Dylan en 1992, cuando la niña tenía 7 años. Tras décadas de silencio, Allen decidió contar su propia versión de los hechos.
En el contexto del #MeToo y la cultura de la cancelación, este conflicto de orden privado adquirió gran resonancia en la esfera pública y afectó de manera considerable la vida personal y profesional del director, incluso la publicación de estas memorias. En marzo el grupo editorial Hachette decidió rescindir el contrato con Allen y cancelar el lanzamiento después de que varios empleados hicieran una huelga y amenazaran con renunciar. Finalmente, el sello independiente Arcade Publishing recibió el material y su vocera, Jeannette Seaver, expresó: “En tiempos extraños en los que a menudo la verdad se califica de fake news, como editorial preferimos dar voz a un artista respetado en vez de hacerles caso a quienes intentan silenciarlo”.
En A propósito de nada Allen rompe con el estereotipo del “niño raro” (cuenta que en la secundaria era un chico popular y un excelente jugador de béisbol) y también refuta el mito del “intelectual” (confecciona listas de autores que no leyó o películas que no vio y afirma: “No tengo intuiciones ni pensamientos elevados y no comprendo los poemas que no empiecen con ‘Las rosas son rojas, las violetas son azules’. Lo que sí tengo, sin embargo, es un par de lentes de marcos negros”). El autor recorre sus inicios en la comedia, su romance con Nueva York, sus primeros trabajos en cine y TV, su vínculo con la música y su matrimonio con Soon-Yi Previn, hija adoptiva de Farrow con quien está casado desde 1997 y a quien dedica este libro.
Sturges sugiere que de un hombre sobre quien pesan acusaciones tan oscuras podría esperarse mayor recaudo, pero Allen no escatima comentarios lujuriosos sobre las mujeres que desfilaron por su vida y su filmografía, entre ellas Diane Keaton, Scarlett Johansson o Stacey Nelkin. Los posicionamientos son diversos y la pregunta sigue siendo válida: ¿se debe medir con la misma vara la ética de un artista y el valor de sus creaciones? Hacia el final del libro, escribe con mordacidad: “Tengo 84 años; mi vida está casi acabada, por la mitad. Al no creer en un Más Allá, realmente no veo ninguna diferencia práctica en el hecho de que la gente me recuerde como un director de cine o como un pedófilo. Lo que pido es que mis cenizas sean esparcidas cerca de una farmacia”. En Crímenes y Pecados, el personaje de Alan Alda sintetiza una de las fórmulas más célebres del humor (tragedia + tiempo = comedia), pero la trayectoria de Allen parece indicar que nada es tan sencillo.
Página 12/Espectáculos