
Por estas horas, el mundo gitano vibra en un estado de arrebatadora ebullición, solo comparable con aquellas presentaciones en vivo de Sandro, el Ídolo de América, en su época más dorada. Es una revolución tan genuina como esta canción que conservó su anonimato durante treinta y seis años. No te vayas todavía se conoce justo hoy, el día en el que Roberto Sánchez cumpliría 75 años de edad. Él mismo había bautizado al día de su nacimiento como “La Batalla del 19”, merced a las apoteósicas fiestas que cada 19 de agosto y en la mismísima puerta de su mansión de Banfield le regalaban sus “nenas” y sus “nenes”.
Este “Sandro inédito” es la gema que sus fans estuvieron esperando por mucho tiempo, con la esperanza siempre renovada de que, en algún momento, se publicara algo desconocido. Finalmente esto ocurre en un 2020 muy particular, en plena pandemia, sin la posibilidad de acercarse a la calle Beruti 251, en ese verdadero ritual sagrado. Ya se ha mencionado en otra oportunidad y aquí mismo que éste es indudablemente “El año de Sandro”: el 4 de enero se cumplieron diez años de su muerte, el 11 de abril fueron las Bodas de Oro de su debut en el Madison Square Garden de Nueva York, el 6 de agosto, los cincuenta años del estreno de su película Muchacho y del primer álbum que incluía la banda de sonido de un filme suyo. Y ahora, como para coronar tan magna celebración, aparece esta perlita.
Rubén Aguilera, arreglador y director musical de Sandro desde 1981 hasta 1991, guarda en su casa de Junín distintas grabaciones originales que el artista solía enviarle para trabajar en los arreglos previos. Entre ellas se encuentra el casete con su voz cantando este tema y otros tres más. En la etiqueta de ese casete puede leerse de puño y letra de Sandro el nombre “Ruben” (así, sin acento) y los títulos de las cuatro canciones en este orden: 1. Yo te haré mujer. 2. Yo la necesito. 3. No te vayas todavía. 4. Qué sabes del amor.
De las cuatro solo es inédita No te vayas todavía, ya que las dos primeras forman parte del álbum Vengo a ocupar mi lugar, grabado entre marzo y agosto de 1984, y editado aquel mismo año. En los créditos del trabajo discográfico figuran Sandro como autor y compositor, y Rubén Aguilera a cargo de arreglos y dirección. Y se lee luego “Grabado en Excalibur”, que era el nombre de la productora que Roberto había montado en su mansión.
No te vayas todavía, el tema que Sony ha lanzado oficialmente hoy, tiene también otro nombre o subtítulo: La noche más larga de la historia. Frase que figura en la canción y que Roberto dejó registrada en la partitura original, que contiene los tonos y los registros de referencia adecuados para su interpretación. Si bien nunca lo grabó, lo tenía en su mente desde tiempo atrás. Tanto que en diciembre de 1988, para su show en vivo durante la VIII Teletón de Chile, utilizó esa misma música para interpretar otra canción, y que estaba dedicada a los niños, los protagonistas de ese tradicional espectáculo benéfico.
Para redondear el concepto: en Banfield quedó todo el registro personalizado, y en Junín, en la casa de Rubén Aguilera, el casete con su voz, que incluye el clásico conteo y el título de la canción, y una copia de la letra, pero sin la firma. Ese casete fue entonces el que rescataron Jon Aguilera (hijo de Rubén y ahijado del corazón de Roberto) y Nelson Pombal.
Rubén Aguilera nos recibe en su casa. Ha sido un reconocido productor, arreglador y director de grandes artistas tales como María Martha Serra Lima, Leonardo Favio, Armando Manzanero, el Trío Los Panchos, Manolo Galván, León Gieco, Valeria Lynch, Alejandro Lerner, Paz Martínez y Jairo, entre otros. Y así comienza esta charla.
-¿Cómo nace tu relación con Sandro?
-Desde chico yo era “fana” de él. Por supuesto lo había ido a ver muchas veces, pero lo conocí una noche que yo estaba grabando con María Martha (Serra Lima). No lo dejé entrar a la grabación y Roberto hizo su típica levantada de cejas (se ríe) y lo aceptó. María me quería matar, pero no fue un gesto de altivez sino de profesionalismo, porque siempre que se graban las voces es un instante muy íntimo y la verdad es que no dejamos entrar a nadie. Así nos conocimos. Al mes, me llamaron del sello para que dirigiera y produjera como auxiliar la puesta de la voz de Roberto, porque su productor no podía. Me pidió que le corrigiera y con la rigurosidad que amerita semejante labor le marqué algunos detalles para darle un formato que, en el caso de un cantante tan emocional como Roberto, es muy difícil porque no se sabe muy bien qué va a quedar. Así que eso se va trabajando entre el intérprete y el productor. En un momento dejó de grabar y me dijo: “Así está bien”. Nos quedamos charlando hasta la madrugada y luego él me ofreció llevarme (yo vivía en pleno centro) y seguimos la conversación en su auto. ¡Nos quedamos charlando hasta las siete de la mañana en la puerta de mi casa! Trabajamos desde el ’81 hasta el ’91, grabamos cinco discos y más de setenta temas.
– Hablemos ahora, entonces, de este famoso casete encontrado.
– Te cuento: yo me traje todos esos aparatos, muy pesados y grandes, y quedaron en mi casa por veinte años. Después me mudé a Junín y me llevé las cosas a mi nueva casa, pero nunca lo había revisado hasta que hace un año y medio o dos, un día le digo a mi hijo Jon: “Te regalo todo esto”. Y lo hice porque Jon y Roberto tuvieron una relación muy importante. Incluso cuando mi hijo se fue a vivir un tiempo a Buenos Aires, en el 2001, lo llamó y le dijo: “Jon, ya sé que te venís a vivir acá y yo quiero que consideres a ésta tu casa. Y de ahora en adelante yo estoy acá para lo que sea”. Luego Roberto me llama a mí y me dice: “No quiero pasar sobre vos, pero quiero que sepas que Jon tiene acá en Buenos Aires un padre, que soy yo”. Te imaginás mi emoción. Le regalé todo a mi hijo porque él es técnico de grabación, productor y músico, y él se puso a restaurar, por ejemplo, la grabadora, que es una multitracks, importante para la época, pero estaba deteriorada por la falta de uso. Jon puso todo en marcha, y entre todas las cosas encuentra este material. Es un trabajo que les llevó casi dos años y cuando estuvo listo se comunicaron con Sony para ver la posibilidad de publicarlo. A su vez para hacer los trámites necesarios para que Olga, la señora de Roberto, aceptara. Y de hecho me gustó mucho la gentileza de Olga, cuidadora del patrimonio histórico del Astro, que lo aceptó. Todos se entusiasmaron y mi hijo y su socio hicieron este trabajo a puro corazón, con sus propios medios, cediendo todos los derechos, porque quiero aclarar que acá no hay ningún otro fin. Lo importante es preservar la historia.
-¿Es el único casete que tenés o hay otros que faltan revisar?
-Jon y Nelson están revisando todo. Yo los apoyo de todas las maneras posibles, pero los dejo trabajar a ellos. Además de ver si hay algo más, hay que ver qué se puede rescatar, porque al ser cosas caseras tal vez no ameritan o no tienen el nivel de calidad para publicarlas. Porque no es sacar por sacar nomás, sino cuidar ese patrimonio.
-Conociéndolo como lo conociste, ¿qué pensás que te diría?
-Eso lo he pensado mucho. Lo primero sería si es aceptable el nivel que tiene de interpretación y de calidad. Y sí, lo aceptaría porque está muy bien hecho. Roberto era un tipo que cuando cantaba nunca lo hacía a la bartola. No sé qué pensaría, aunque creo que donde él quiera que esté, se alegraría porque sus nenas y sus fanas de todo el mundo tienen algo nuevo de su ídolo.
Graciela Guiñazú/Clarín