
La vara está alta. Entonces, River llega a La Plata dispuesto a revalidar ese mensaje de su entrenador. Y domina. Y se pone arriba en el marcador. Y tiene ventaja numérica por la expulsión de Tobio. Pero el equipo de Gallardo puede ser tan brillante para atacar como frágil para defender. Especialmente, la pelota parada, una especia
lidad de la casa. Por eso gana Estudiantes. Por dos jugadas de laboratorio, por los cambios de Zielinski y por las atajadas de Andújar. También, claro, por un penal de Noguera, el autor del segundo gol, que Tello no cobró.
Era un duelo de estilos. De un lado, el Ruso, un entrenador veterano que no suele arriesgar demasiado. Orden, equilibrio, segunda pelota, balón detenido, sacrificio, características de sus equipos. En el otro rincón, el Muñeco, el mejor técnico del fútbol argentino, capaz de reinventarse ciclo a ciclo y seguir siendo exitoso. Presión alta, precisión en velocidad, triangulación, audacia, el sello que lo distinguió desde siempre.
Y así se planteó el partido. River fue protagonista desde la posesión (73% en el primer tiempo) y desde la agresividad que mostró en ataque. A bordo de un 3-4-3 en el que Enzo Pérez fue respaldo y salida, un conector entre los tres centrales, parados en mitad de la cancha, y los tres atacantes. Con Casco y Angileri lanzados. Y con Estudiantes refugiado en la trinchera del área, a veces marcando con siete jugadores, con Lucas Rodríguez de “3” bis, colaborando con Pasquini por la izquierda, y Castro bajando menos, lo que dificultó la tarea de Godoy.
River fue superior, sobre todo, en los primeros 20 minutos, cuando encerró a Estudiantes. Y como resultaba difícil penetrar por el centro, Paulo Dìaz metió un pelotazo cruzado, Angileri desbordó y metió un centro que cabeceó Santos Borré y encontró un gran cruce de Noguera. Enseguida, Andújar tapó una arremetida de Zuculini y un cabezazo de Suárez.
Estudiantes tuvo sus posibilidades en la pelota parada, un problema para River. Dos veces ganó en el área Noguera –en una de ellas salvó Robert Rojas en la línea- y hubo una jugada de cuatro toques que terminó con un cabezazo de David Ayala por encima del travesaño. Fue la única acción colectiva rescatable de la primera etapa, que terminó con Tobio expulsado.
Habían estado firmes los centrales de Estudiantes, pero Tobio llegó tarde y le clavó el botín izquierdo sobre el estómago a Santos Borré. Tello no dudó y le mostró la roja directa.
Y si Estudiantes se había defendido con uñas y dientes once contra once, ni hablar con diez. Zielinski metió dos cambios en el arranque del complemento: Colombo y Valdez (debut, categoría 2002) por Cauteruccio y Godoy. Prescindió de un delantero y reemplazó al lateral, que se había mostrado muy frágil por su sector.
Corcho Rodríguez se metió entre los centrales, Castro se estacionó a la derecha y armó una línea de cinco.
Gallardo sacó a Rojas, apostó a Rollheiser. Manejaba la pelota River, pero se le cerraban los caminos. Hasta que de tanto horadar, encontró un hueco. Alvarez filtró con un pase sensacional para Angileri a espaldas de Castro, el mendocino metió el centro atrás y Suárez castigó.
Santos Borré tuvo el segundo luego de un pase de Pinola, pero Andújar bloqueó notablemente. Entonces, entraron los Díaz. Y cuando nadie lo esperaba, llegó el empate con el ADN de Zielinski: tiro libre largo, la bajó Leandro, devolvió González y Mauro definió cruzado. Pinola quedó mal parado en la foto del gol.
Y en el final llegó la victoria pincha. Por una falta de Ponzio, que entró mal, un tiro libre bárbaro de Mauro Díaz y un cabezazo de Noguera que anticipó a Girotti. ¿Por qué no salió
Armani? El partido terminó con una gran tapada de Andújar. Un cabezazo de Rollheiser. Y lo celebró Estudiantes, que hacía un año no ganaba en La Plata. River jugó mejor, pero ya no parece ser suficiente.
Daniel Avellaneda/Clarín