
El polo argentino está de luto. A los 82 años, el sábado murió Francisco Dorignac, excelso jugador durante las décadas del 60, 70 y 80, tres veces campeón del Argentino Abierto en Palermo y ganador del Olimpia de Plata, además de haber sido un dirigente de amplísima trayectoria: fue presidente de la Asociación Argentina de Polo en tres mandatos y titular del Tortugas Country Club.
La muerte de Frankie, un símbolo del polo nacional, es otra gran tristeza para un deporte que se vio castigado por los fallecimientos recientes de los también expresidentes de la AAP Marcos Uranga y Luis Lalor.
Dorignac sufrió un infarto poco después de que la vida le asestara a él mismo un golpe durísimo la semana pasada, cuando falleció Emilio, uno de sus cuatro hijos, de 43 años. Francisco había quedado viudo en 2014, cuando murió su esposa y compañera de toda la vida: María Marta.
Con sus 10 goles de hándicap y al comando de Santa Ana, con el que animó clásicos inolvidables ante Coronel Suárez, Frankie ganó nada más y nada menos que tres veces la Triple Corona (los Abiertos de Hurlingham, Tortugas y Palermo) con una diferencia de tiempo que habla de su vigencia: 1971, 1973 y 1982.
Aquellas conquistas le valieron, junto a su hermano Gastón, el premio Olimpia de Plata en cada una de esas temporadas. También jugó “el partido del siglo”, como se denominó al choque que en 1975 enfrentó por primera vez a dos equipos con 40 goles de hándicap.
Además de sus tres Argentinos, ganó cuatro veces Hurlingham y siete veces Tortugas. Y obtuvo dos Copas de las Américas (1966 y 1969) con la Selección, en sendas finales a Estados Unidos, junto a su hermano Gastón, Juan Carlos Harriott (h) y Horacio A. Heguy.
Desde 1980, Dorignac era titular del Tortugas Country Club, donde vivía, y fue titular de la AAP en los períodos 1987-1991, 2005-2009 y 2013-2017. Fue el hombre clave para destrabar un conflicto con Inglaterra, que desde 1982 había impedido los partidos de equipos argentinos en suelo británico. En 1988 encabezó una comitiva que fue a jugar allí y con la devolución de gentilezas de los ingleses, que al año siguiente vinieron a jugar a Argentina, se reabrieron las puertas de los equipos y torneos británicos para los representantes albicelestes.
Su muerte la lloran sus hijos Agustín, Valeria y Francisco, sus 15 nietos y toda la familia del polo.
Clarín/Deportes