
Más de ocho mil personas asistieron el sábado a la primera fecha de El Mató A Un Policía Motorizado en el Luna Park. Fue un show épico, con fervor desbordante, y constituyó un nuevo hito en la carrera del grupo, que ya lleva veinte años de actividad, creciendo en forma lenta pero sostenida desde el under hasta los festivales internacionales.
Si bien no es ninguna novedad el poder de convocatoria y popularidad del grupo, no deja de ser impresionante el hecho de llenar dos Luna Park con fans que celebraron cada una de las canciones con entusiasmo y pasión, coreando los versos, saltando, agitando los brazos e improvisando un pogo en el campo. De hecho, Santi “Motorizado” Barrionuevo agradeció a la gente al final de casi todos los temas.
El pretexto fue la primera presentación en vivo, en Buenos Aires, de Súper terror, su nuevo álbum, pero obviamente se sumó un extenso repaso por toda la discografía.
El concierto abrió casi a capela con El magnetismo, canción de La dinastía Scorpio, segundo álbum de estudio de la banda. Inmediatamente llegó lo más nuevo, con Un segundo plan, que provocó el cantito arengador de “mueva, mueva” e inició una seguidilla de 24 temas más, entre los que estuvieron los hits La noche eterna, Navidad en los santos, Medalla de oro, El tesoro, Excalibur y Chica rutera. El cierre fue con Mi próximo movimiento.
Conformada por Santiago Barrionuevo (Santiago Motorizado) en voz y bajo, Guillermo Ruiz Díaz (Doctora Muerte) en batería, Manuel Sanchez Viamonte (Pantro Putö) en guitarra, Gustavo Monsalvo (Niño Elefante) en guitarra y Agustín Spassoff (Afloyd) en teclados, la banda platense ha mantenido su esencia a lo largo de toda su trayectoria y se convirtió en una de las agrupaciones más queridas.
El grupo no tuvo invitados especiales, ni vestuario especial ni decorados, sino que apostó a una sobria y efectiva iluminación, con muchas sombras y contraluz, además de un uso creativo de la pantalla gigante del fondo del escenario, que realzó el clima y la magia de las canciones.
Siempre fieles a su origen slacker de rockeros alternativos, se plantaron en el escenario sin divismos ni demagogias. Todo giró en torno a las canciones, la voz de Santi, los efectos de los teclados, la percusión electrónica, la batería a pulso, la guitarra rítmica de Pantro Putö y los punteos de la guitarra de Niño Elefante. El sonido fue magistral.
Ratificaron sus cualidades de héroes de perfil bajo, rockeros que siguen fieles a sus convicciones y que durante el último lustro han conseguido un reconocimiento a nivel nacional y más allá de las fronteras. El público los acompaña en su crecimiento y celebra las nuevas canciones con la misma convicción que los viejos hits. El resultado es una poderosa dosis del mejor rock, con fuerza, energía y una honestidad que se percibe a todo momento.
Marcelo Fernández Bitar/Clarín-Espectáculos