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El Malba abrió sus puertas gratis por una semana. Con reserva y protocolo

Tras ocho meses de espera, los Museos de Buenos Aires comienzan a funcionar.

Finalmente sucedió: los museos reabren sus puertas, luego de permanecer cerrados ocho meses debido a la cuarentena por coronavirus. Entre ellos, el Museo de Arte Latinoamericano (Malba) vuelve a ponerse en funcionamiento hoy. Y para festejarlo, ofrecerá entrada gratuita durante siete días.

Pero, claro, quien desee asistir debe hacerlo siguiendo los protocolos nuevos que establece el museo: es obligatorio realizar una reserva online que confirme el día y el horario de la visita; someterse a un control de temperatura al ingresar al museo; utilizar alcohol en gel, que estará disponible; seguir recorridos de circuito único; y mantener el distanciamiento social obligatorio, así como usar barbijo.

¿Pero qué podrá verse en el Malba, a partir de esta semana? Por un lado, se inaugurará Latinoamérica al sur del sur, el nuevo guión de la colección permanente -diseñado por su directora Gabriela Rangel-, que recorre desde las obras más antiguas del museo hasta las de este milenio.

Hoy se lanzará también -en videouna performance en la que un grupo de artistas multidisciplinarios le pondrán el cuerpo al nuevo recorrido y, al hacerlo, mostrarán las nuevas medidas de prevención.

Por otro lado, continuará Constelaciones, la muestra de la enigmática artista mexicana Remedios Varo. Inaugurada en marzo, a los pocos días quedó clausurada y fueron pocos lo que pudieron ver la exposición.

“A veces escribo como si trazase un boceto”, sostenía la exquisita Varo, que había nacido en España en 1908, llegó a México en 1941 escapando de la Segunda Guerra Mundial y allí murió en 1963. Hablaba de sus métodos para hacerlo todo en la vida: desde crear una obra o escribir hasta moverse por una habitación o vestirse. Sus sistemas de ordenamiento, sus trabajos, son como pequeños cosmos que iba dibujando, diminutas galaxias que la artista conformaba hilvanando designios provenientes de las disciplinas más diversas, medicina, brujería, zoología, espiritismo, ocultismo, botánica, astronomía, literatura y, por supuesto, todas las artes.

Por eso el nombre de la muestra retrospectiva que desde esta semana podrá volver a verse en el Malba no podía ser otro que Constelaciones, que remite a esos conjuntos de estrellas en los que vemos figuras gracias a trazos y líneas imaginarios.

Y debemos pensar aquí, al observar las obras de esta pintora que se nos antoja próxima -por el nivel de intimidad que sus trabajos nos brindanno sólo en la herencia de los pintores flamencos de los siglos XV, XVI y XVII, esmerados en hacer de los objetos, la flora y la fauna algo precioso, sino también en las iluminaciones medievales, esos escritos esmeradamente dibujados, fantásticos, imaginarios. Y también en la mirada de algunos surrealistas: la forma de pensar e imaginar la realidad que tenía René Magritte, con sus pinceladas planas, plenas, y sus paisajes enigmáticos; las texturas y paletas de Max Ernst. Sí, Max Ernst, quien fue pareja de Leonora Carrington, otra artista vinculada al surrealismo, que recabó en México como pudo, huyendo de la devastación material y humana de la Gran Guerra europea.

Era previsible: Remedios y Leonora -ambas europeas, exiliadas en un país americano, con un pasado surrealista a cuestas- forjaron una amistad íntima. Las dos amaban a los gatos y las dos profundizaron en las indagaciones espirituales, las prácticas alquímicas y de brujería blanca, en la preparación de pócimas y pociones. Veían (y querían) otras dimensiones de lo real.

En el Malba podrán verse ahora los trabajos de Remedios, que están repletos de claves y deseos. Puede percibirse el placer que la artista sintió al pintarlas. Aparecen en ellas las ideas de su maestro místico George Gurdjieff, quien buscaba el “conocimiento total”.

Cuarenta pinturas, dieciséis dibujos preparatorios y setenta bocetos -creados entre 1938 y 1963, la etapa “madura” de la artista- nos la muestran a ella misma visionaria, representada como una figura animal, sentada ante un escritorio haciendo experimentos alquímicos, intentando convertir la materia en gas o al contrario. O la vemos volando, viajando, atravesando el cielo en exóticos aparatos planeadores.

“Llegué a México buscando la paz que no había encontrado ni en España de la revolución, ni en la Europa de la terrible contienda. Para mí era imposible pintar entre tanta inquietud”, escribió la artista en sus cartas y anotaciones dirigidas tanto a sí misma como a otros (en la muestra hay una especial y rica sección dedicada a sus archivos personales).

“La obra y la personalidad de Remedios Varo son muy particulares, su significado aún está por conocerse”, opina el mexicano Carlos Molina -del Museo de Arte Moderno de México, MAM, de donde proviene la mayoría de los trabajos de la muestra-, el curador de la exposición junto a Victoria Giraudo, del Malba. “En realidad es poco lo que se ha avanzado en su investigación. El significado de su pintura, las pistas para su comprensión, incita en muchos una suerte de curiosidad o rareza. No obstante, en conjunto y por separado, esos mismos cuadros sintetizan una crítica para algunas ideas asumidas sobre las vanguardias artísticas a comienzos del siglo XX y una serie de lecciones acerca del terreno de la multiculturalidad y la plástica”.

Comenta Molina que, para hacer sus obras, Remedios observaba las circunstancias inmediatas y que tenía un diálogo constante con un grupo de jóvenes artistas mexicanos y europeos exiliados, que habían compartido la fascinación por la apuesta surrealista. Por otro lado, sostiene el curador que la obra de la artista es un mapa de influencias provenientes de muy diversos momentos históricos y coordenadas: en ella conviven el Corpus Hereticum (ese compendio de conocimiento griego-egipcio traducido al Latín medieval por Marsilio Ficino un poco antes de 1500); la alquimia (como precedente de la química moderna); el diálogo con el psicoanálisis de Sigmund Freud que promovía el surrealismo y la fe en la interrelación existente entre animales, plantas y la mecánica de todo organismo.

“Tengo un sistema solar”, decía de una forma muy personal en sus cartas Remedios. Simpatía (la rabia del gato), una pintura perteneciente a la colección de Malba (por la cual su fundador, Eduardo Costantini pagó el año pasado 3,1 millones de dólares); Ciencia inútil; La huída; la maravillosa La creación de las aves, de 1957, nos meten de lleno en la tierna y profunda visión de Remedios: una vida ligada a tantos fenómenos desconocidos, amorosos, atentos, infinitos.

Por otra parte, el nuevo guion de la exposición permanente, Latinoamérica al sur del sur, comienza con los objetos más antiguos del patrimonio del museo y termina con otros pertenecientes al milenio actual.

Organizada de forma cronológica en diez núcleos, cada uno de ellos está dedicado a un tema-clave de la historia del arte latinoamericano, según la consideración de las curadoras Gabriela Rangel, Florencia Malbrán y Verónica Rossi, responsables de la nueva exhibición. En una sección destacada se mostrarán dos conjuntos de obras y documentos dedicadas a los artistas argentinos Xul Solar y Antonio Berni.

La muestra pretenderá dar cuenta de una narrativa de la historia del arte local creada desde el sur del continente y del mundo: de ahí el título de la exposición, geolocalizando historiográficamente.

Acompañando este jueves la reapertura, también se podrá ver sobre la explanada del museo, la obra Leverage, del mexicano Pedro Reyes (1972). A manera de un sube y baja,

nueve personas se balancean de un lado mientras que del otro, una sola mantiene el poder de la situación. En la obra-juego, si alguna de las nueve personas se mueve, el estado de cosas se desequilibra y el juego se desbalancea: la persona que detenta el poder necesita que las nueve se mantengan bajo control. Una cuestión de dominio en forma de juego.

Mercedes Pérez Bergliaffa/Clarín

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