Dentro del circuito del arte la universidad pública ocupa un lugar específico y trascendental. Para la rectora de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), Sandra Torlucci, ese lugar tiene que ver con “devolver a la sociedad una forma artística singular” y con “transformar” dentro de la “batalla cultural”. Desde 2015 existe un acontecimiento que cristaliza muy bien estos propósitos. Se trata del Festival Artístico de la Universidad Nacional de las Artes (FAUNA), conglomerado de materiales de diversas disciplinas creados por estudiantes y graduados. Este evento único en su tipo condensa “lo mejor de la producción” de la casa de estudios en 17 áreas de competencia. Para esta edición se inscribieron más de 600 proyectos, de los cuales un comité seleccionó 231.
Obra de pared, tridimensional y tecnopoética; instalación; performance; teatro; danza; danzas populares; música académica y popular; audiovisual de ficción, documental y experimental; texto narrativo breve; dramaturgia breve; poesía y ensayo son las categorías. Las obras pertenecen tanto a estudiantes como a graduados de la UNA en los últimos cinco años. Algunas son elaboradas o terminadas especialmente para el FAUNA, mientras que otras llegan a él habiendo hecho ya su propio recorrido en el mundo del arte. Los materiales compiten y dentro de cada rubro algunos reciben dinero a modo de incentivo, sobre todo para que el trabajo continúe su camino. El comité de selección y el jurado están conformados por artistas y docentes.
“Mostrar a todos los actores de la sociedad lo que es la universidad” es otro de los fines de la iniciativa. “Y mostrarnos a nosotros mismos, a las diferentes unidades académicas, a docentes y graduados, todo lo que hacemos”, completa Torlucci en la entrevista con Página/12. Destaca tanto el “nivel” como la “transdisciplinariedad” de lo que podrá verse: pese a la división en categorías, es notorio el “cruce” entre unas y otras. “Esta es una universidad federal, con estudiantes de todo el país. Tiene mucha diversidad y eso aparece en la construcción de los mundos de ficción”, agrega la rectora. La que comienza este viernes y se extenderá hasta el domingo es la tercera edición, ya que el encuentro se desarrolla cada dos años.
En esta ocasión, como en 2017, el único festival realizado íntegramente por una universidad nacional, pública y gratuita copará el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551), con una programación que abarcará diez espacios de exhibición. Según el comunicado que lo anuncia, también apunta a “la creación, experimentación e investigación; promover un espacio de encuentro entre estudiantes, graduados, críticos, curadores y docentes; generar instancias de difusión, divulgación y legitimación y auspiciar la inserción de estudiantes y graduados” en el ámbito cultural de la Ciudad de Buenos Aires y el país.
Con el tiempo y a pesar de las dificultades, el FAUNA se fue expandiendo. Su aprobación de parte del Consejo Superior de la institución data de 2014. En 2015, en el Konex, participaron más de mil artistas con 180 obras. Unos 70 estudiantes se sumaron como voluntarios y se acercaron 10 mil espectadores. En la edición 2017 se incorporaron las áreas de danzas populares, poesía, narrativa y dramaturgia. La actual es la que más obras ofrecerá. Durante el macrismo la propuesta pudo sostenerse “con mucho esfuerzo”, debido a que la UNA padeció tanto recortes como atrasos en las partidas presupuestarias, lo que impactó en su funcionamiento de diversas maneras. “Vivimos una situación muy crítica. Y éste fue nuestro peor año debido a la inflación y la devaluación. No sólo recortaron el presupuesto, que no se movió del año pasado a éste, sino que todavía no recibimos el dinero que deberían habernos dado en agosto. El gobierno que se fue nos dejó sin dinero, sin poder organizarnos; trató muy mal a nuestra universidad”, cuestionó la rectora.
“Cuando nació el FAUNA transitábamos un tiempo político de ampliación e inclusión de derechos para la educación, el arte y la cultura”, escribió la secretaria de Extensión Cultural y Bienestar Estudiantil, Cecilia Tosoratti, para el catálogo de 2017. La universidad pública se había vuelto “un horizonte posible para miles de jóvenes” y las instituciones comenzaban a diseñar “modelos más abiertos” en su vinculación con la comunidad. En el macrismo, con la universidad pública “en tela de juicio”, el festival se transformó en un “espacio de resistencia y reivindicación” que demostró su “gran profesionalismo” a pesar de la adversidad.
La programación se encuentra en la página de FAUNA : allí queda expuesta una gran variedad en términos de estética y contenido. Temáticas sociales coexisten con otras más íntimas o existenciales. Las performances, por ejemplo, recorren la cultura del consumo, la institucionalización de la medicina y el imperativo de la tecnología, entre otros temas. Buscan nuevas formas en la relación con el espectador y rompen la frontera entre lo público y lo privado. En danza y en teatro es nuevamente fuerte la temática de género. En términos de música, convivirán el rock electrónico, la milonga, el candombe, zamba y chacareras con la obra de Chopin, el jazz, la ópera moderna y la música barroca. Algunos materiales ponen el foco en las provincias, en celebraciones, rituales y otros hechos.
La programación reenvía, también, desde distintos enfoques, a autores como Eduardo Pavlovsky, Witold Gombrowicz y Mario Benedetti, y hay una retrospectiva en torno a Oscar Bony. En el “día 1” se podrán ver obras de danza como P.E.T. Pasaje en transición, Ramo, De piel a piel y Ruido; varios audiovisuales de ficción como Decisión, Destino Ambulante y Camille; documentales, entre ellos El hotel de los inmigrantes y Nadie juega en el paraíso (es un árbol); las performances Fotomatón de los recuerdos y Tenés que tomarte esa medicación; y habrá conciertos de música popular (Latinoamericanas, Leonel Romano, Imán) y académica (Ensamble Magma y cuarteto The Silly Bees), entre otras opciones.
María Daniela Yaccar/Página 12