
Con 7 de los 11 titulares surgidos de la cantera y con un Jonathan Herrera intratable, Independiente ganó y gustó en su debut en la Copa Sudamericana. Fue 3-1 en Bolivia ante Guabirá, con una actuación memorable del delantero: marcó un triplete en su primer partido desde el inicio en el Rojo.
A Independiente el partido le quedó muy cómodo desde temprano. Seguramente haya sido el escenario ideal para los dirigidos por Julio César Falcioni, que no viajó a Bolivia pero que ya recibió el alta tras recuperarse del Covid-19. Y es que se encontró en ventaja a los 8 minutos por un golazo de Herrera y desde entonces se defendió de manera compacta y bien cerca de Sebastián Sosa y contraatacó.
Guabirá encima se mostró como un equipo amateur para ocupar los espacios en defensa. Se hicieron un festín Andrés Roa y Alan Velasco: jugaron con libertades impensadas. Si el Rojo se fue al descanso simplemente 2-0 fue producto de las malas decisiones en los metros finales.
Se chocó con el primer gol el elenco de Avellaneda. Cuando todavía no se había acomodado y cuando los locales se mostraban más punzantes, Fabricio Bustos alargó una pelota simple para Herrera, que remató sin pensarlo desde afuera del área y la clavó con potencia arriba. La repentización del delantero fue la clave, más allá de que existió un desvío que confundió al arquero Saidt Mustafá.
La ventaja acomodó a Independiente, que presentó su habitual 5-2-3, aunque Velasco y Roa, que jugaron por Menéndez y Palacios, fueron más enganches que extremos. Y desde el centro del campo el visitante bailó a los bolivianos. Fue un festival de pases lindos y gambetas para adelante. Tres mano a mano claros falló el Rojo por las malas decisiones de Velasco, Herrera y Roa, en ese orden. El segundo grito llegó después de una jugada de crack de Velasco, que metió un caño sobre la línea de fondo y remató al palo de zurda. El rebote le quedó a Herrera y la mandó a la red. Sí, gol de pescador para el atacante.
Guabirá, ese elenco boliviano que solo fue campeón una vez en la liga de su país (1975), se mostró como un equipo con nobles intenciones pero repleto de falencias, especialmente en las transiciones de ataque a defensa. Se repite: Independiente no terminó con varios goles en la etapa inicial por las malas decisiones de sus futbolistas de ataque.
Estaba en su noche Herrera y a los 7 minutos del complemento aprovechó un rebote en el travesaño luego de un remate de Roa y de cabeza marcó su hat-trick. Sobre el final, descontó Pascua en la única de peligro de los locales.
Ganó Independiente y fue tan bueno lo que hizo que hasta se dio un lujazo: terminó jugando con los 10 jugadores de campo nacidos en las Inferiores del club.
Clarín/Deportes

San Lorenzo involuciona. Cuando da un pasito adelante, aunque tímido, insinuando una mejora -más que nada desde el ímpetu- como en el segundo tiempo corajudo en Brasilia en el que mereció un poco más con un hombre menos, inmediatamente da otro para atrás. Y así el equipo dirigido por Diego Dabove navega sin brújula y sin llegar a un puerto seguro.
El debut en la Copa Sudamericana fue una decepción: en el Nuevo Gasómetro perdió por 1 a 0 con Huachipato, que atraviesa una etapa de recambio con muchos futbolistas jóvenes, y se complicó de entrada en el grupo A en el que Central ya había sido derrotado por el mismo resultado ante 12 de Octubre el martes. Ahora el conjunto de Boedo visitará Rosario el miércoles.
Complicado y aturdido. Así se encontró San Lorenzo en el desayuno de un partido que perdía ya antes de los primeros cinco minutos. De un casi gol propio a uno en contra de su arco que volvió a ser defendido por el ídolo Sebastián Torrico.
Alexander Díaz se lo perdió en un área y en la siguiente jugada, en la otra, Huachipato sorprendió con una jugada preparada desde un lateral. Juan Córdova sacó de manos al primer palo donde Israel Poblete se desligó fácilmente de la marca de Bruno Pittón y levantó la pelota para el segundo poste. Allí Cris Martínez le ganó de cabeza a Gino Peruzzi y puso el 1-0 a los 4 minutos.
De pronto el local se vio perdido. Tardó unos cuantos minutos en recuperar la visión después del gancho al mentón recibido de entrada. Estuvo desprevenido y lo pagó caro. A partir de ahí entró en una nebulosa de pases errados a corta distancia, cambios de frente que se quedaron a mitad de camino, malos controles y peores decisiones.
Y hasta varios jugadores se vieron ahogados antes de la primera media hora. Pero la base del equipo venía de jugar la revancha con Santos y luego de empatar con Argentinos.
Ni Angel y Oscar Romero, los diferentes del plantel, lograron hacer pie en un primer tiempo preocupante de San Lorenzo. El delantero se mostró muy impreciso mientras el volante zurdo no se adueñó de la elaboración o se vistió de asistidor.
Huachipato, con mantenerse ordenado, acertar sus pases y sostener la presión en el medio, puso en jaque al fondo de su rival. San Torrico, de hellón. cho, debió salvar un mano a mano para evitar el segundo.
Así y todo San Lorenzo tuvo oportunidades concretas para hacer su gol. Díaz falló un par de remates, pero fue Peruzzi quien tiró por arriba una situación inmejorable con el arco de frente y a la carrera. Extraña a su goleador Franco di Santo, San Lorenzo. El mendocino se recupera de una distensión muscular y podría reaparecer el domingo ante River.
La última línea visitante no entregó seguridad cada vez que el perdedor insinuó un avance. El problema para San Lorenzo justamente fue poder hallar los callejones que desembocaran en el arco de Gabriel CasteEl único que los encontró fue Peruzzi, que en el complemento dilapidó otra calcada a la que había tenido en el inicio.
El equipo chileno bajó su intensidad, pero las limitaciones propias fueron el mayor adversario del que nunca cambió el ritmo o apretó el acelerador. Así los pelotazos se hicieron en varias ocasiones el atajo para saltar las líneas enemigas aunque sin un destino cierto.
Ni el tiro del final le salió a San Lorenzo: el palo impidió el empate en la última cuando remató Lucas Melano y rebotó en Nicolás Ramírez. Se acordó tarde y perdió tres puntos valiosos en su casa.
Nahuel Lanzillotta/Clarín