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El día que Sudamérica XV le ganó a los Springboks en Sudáfrica

El equipo estaba compuesto íntegramente por jugadores argentinos.

Sin dudas está entre las grandes victorias del rugby argentino. Por el contexto, la época y por enfrentar a un rival que estaba fuera del escenario mundial, por su política de segregación racial y el apartheid que años después llegaría a su fin bajo la presidencia de Nelson Mandela.

Aquel 3 de abril de 1982, en el Free State Stadium, de Bloemfontein y ante 21.000 espectadoresSudamérica XV iba a dar uno de los golpes deportivos más grandes de su historia. Con una formación bien Puma, esa tarde jugaron Eduardo Sanguinetti; Guillermo Varone, Marcelo Loffreda, Rafael Madero y Alejandro Puccio; Hugo Porta (capitán) y Alfredo Soares Gache; Mario Negri, Ernesto Ure y Jorge Allen; Carlos Bottarini y Eliseo Branca; Serafín Dengra, Andrés Courreges y Pablo Devoto. El partido terminó 21 a 12, con un try, una conversión, un drop y cinco penales de Hugo Porta.

LA FIGURA DE PORTA

El número 10 y ex capitán de Los Pumas fue la gran figura de aquel partido y estos fueron sus primeros recuerdos: «La semana previa fue muy dura después de perder por 50 puntos en Pretoria, en los últimos 15 minutos. Hubo que cambiar la táctica. Pero pasó algo raro esa semana en el hotel donde estábamos. Nelie Smith, el entrenador que habían despedido de Sudáfrica un año atrás, nos vino a visitar. Vimos el partido con él y dijo que nos habíamos equivocado en la estrategia. Nos dijo que él hubiese jugado más con el pie, poniendo la pelota detrás del pack de ellos que era más pesado que el nuestro. Había que presionarlos y tacklearlos, no dejarlos pensar. Y eso hicimos”.

“Ese día fue inolvidable para mi –continuó-. No sabía lo que ese partido iba a significar en mi vida. Creo que una de las razones por la que pude ser embajador en Sudáfrica años después fue por la estima que me tenían los sudafricanos. Eso cambió mi vida por cuatro años. Tuve el orgullo de ser embajador argentino allí, el privilegio de conocer al Presidente Mandela y de encontrarme con el Papa”.

“Ese triunfo fue la demostración de que cuando un equipo está convencido de lo que quiere todo es posible. En lo personal, sólo me quedó una deuda con el rugby y fue no haber podido jugar nunca con la camiseta de Los Pumas en Sudáfrica”, destacó Porta.

LA FORTALEZA DEL GRUPO

El Tano Loffreda fue otro de los titulares en esa gesta. Como primera medida remarcó: “La gran comunión que hubo en todo el plantel. A esa gira fuimos dos equipos, cerca de 50 jugadores. Algunos jugaban los provinciales y el otro equipo era sinónimo de Los Pumas. Fue muy importante el apoyo de todo el resto del plantel que sabía que no serían titulares”.

Del partido mencionó: “Pusimos el foco en el juego sin pelota. Recuerdo que teníamos que estar muy alertas. Como ahora en el Súper Rugby, como un Test Match de Los Pumas o un partido de Jaguares. Todo el tiempo teníamos que estar en urgencia: te diría que fue el partido más parecido a lo que es el rugby actual”.

Entre las anécdotas no pudo abstraerse de lo que fue el apartheid: “A nosotros nos chocaba demasiado, porque en muchos lugares nos atendía gente de colorSe nos acercaban y nos daban ánimo, eran como nuestros hinchas. Nos decían: “Tienen que ganarles a los Springboks, tienen que ganarles”.

Sobre los rivales destacó a Naas Botha y Danie Gerber. “Gerber era el centro que yo tenía que marcar. La única posibilidad de frenarlo era si lo tackleaba bien abajo, con o sin la pelota. En esa época las batallas eran más individuales que ahora”.

LA LOCURA DE SERAFO

Para Serafín Dengra fue la primera gira internacional de su vida. Tenía 21 años y ese partido en Bloemfontein fue su debut en un Test, ya que en Pretoria había sido suplente. Los recuerdos de esas noches parecen cobrar vida en el relato de Dengra: “Cuando me enteré que iba a jugar no lo podía creer. No pude dormir. Me levanté a las cuatro de la mañana y por la adrenalina que tenía bajé al estacionamiento y empecé a chocar parquímetros”. Y del partido, ni hablar: “Los dos primeros scrum fueron tremendos. En el primero el pilar izquierdo de ellos -Ockie Oosthuizen- me pegó un cabezazo y me partió la nariz. Me desmayé. Cuando me recuperé, en el segundo scrum, el que pegó el cabezazo fui yo. Entonces él me miró y me dijo: “One bye one” (uno a uno). Ahí me recibí de Puma”.

El recuerdo de Malvinas también se hizo presente: “Ese partido fue una combinación muy fuerte en mi corazón. Entramos a la cancha a jugar por la Argentina. Ganamos justo el día que explotó la Guerra de Malvinas. Me llamó mi viejo y me dijo “dejá la vida en la cancha” y todos nos hicimos un juramento antes de entrar”.

MICHINGO, UN FORMADOR DE GRUPOS

Andrés Perica Courreges fue el hooker de aquel equipo. Que también no dejó de destacar la unidad que hubo con los uruguayos, chilenos y paraguayos que conformaron ese plantel.

Y recordó al entrañable Rodolfo O’Reilly, quien fuera el conductor de aquella gesta: “Michingo era un aglutinador y formador de grupo. Les dio espacios a todos y con Joe Argento armó un segundo equipo que se llamó “la legión” y que terminó invicto la gira. Nosotros sólo perdimos el primer test, en Pretoria, dónde ahí mismo nos enteramos que jugábamos en la altura y nos hicieron 30 puntos en los últimos 15 minutos, íbamos 20-18”

En la previa del segundo test, O’Reilly dio una charla espectacular. Así lo manifestó Courreges: “Él nos dijo, ustedes son un Fiat 600 y los sudafricanos una Pick-Up F100. Esquívenlos y pásense la pelota, y eso fue lo que hicimos”

Siguieron los festejos y algunas anécdotas de Perica. “Cuando terminamos el partido la gente de color se metió en la cancha y Hugo Porta me dijo: “Mirá, mirá se no vienen encima, nos van a matar”. Y yo le dije “no, nos vienen a felicitar”; y la gente se lo llevó en andas por toda la cancha. Les habíamos ganado a los Springboks, y ellos estaban felices”

El apartheid es un recuerdo que todavía está fresco en la memoria del ex hooker del CASI: “Lo del apartheid fue terrible. Las diferencias eran tremendas. Las playas estaban con alambres de púas y eran sólo para blancos. Tuvimos una anécdota increíble con el médico que nos atendió luego del primer test. Él era Clive Noble, el mismo de la famosa pelea entre Víctor Emilio Galíndez y Richie Kates de 1976 –la del cabezazo del norteamericano sobre Galíndez que el árbitro sudafricano Stanley Christodoulou dejó seguir y el argentino ganó por knock-out técnico en el último round».

“El doctor nos invitó a su casa cerca de Durban, en Cabana Beach, y nosotros tirábamos las pelotas de golf muy lejos mientras practicábamos los golpes. Como los negros demoraban mucho en devolverlas, él sacó un arma y disparó contra el piso para que se apuraran. Una locura. Y otra vez, camino a un supermercado, llevó en el baúl a un negro para que llevara el changuito. De regreso, para nuestra sorpresa, el hombre tuvo que volver corriendo al lado del coche. Por supuesto, después se llevó de recuerdo un montón de nuestras camisetas”.

LA LEGIÓN EXTRANJERA

Mario Negri fue el capitán de aquel equipo “B” que viajó por los lugares más inexpugnables de Sudáfrica. Y que integró el XV que ganó en Bloemfontein en el último partido de la gira. Un luchador dentro y fuera de la cancha, que hoy pelea por su salud como si todavía tuviera los cortos puestos.

Mario nos contó cómo se formó aquella legión: “En esa gira, salvo los test, siempre jugaban 14 Pumas y un ala uruguayo, que era Bordaberry, y que era muy bueno. El “B” tenía siete uruguayos, siete chilenos, siete argentinos y dos paraguayos. Lo dirigía Joe Argento. Ese equipo jugaba el mismo día que Sudamérica XV, pero a más de 100 kilómetros de distancia. En uno de los viajes y en un pueblo muy alejado –camino a Kimberley- encontramos un negocio que vendía egorras de la legión extranjera. Compramos 26 y les colocamos los pin de Sudamérica XV, y entregamos los caps en la plaza del pueblo. Eso nos dio una mística especial y terminamos la gira invictos”.

El convencimiento por sobre todo. Eso fue lo que tuvo Negri antes del histórico test: “Estaba convencido que íbamos a ganar. Así se lo dije a Jorge Allen en el vestuario, le vamos a romper el c…, y Georgi me miraba. Esa gira me cambió la vida, porque yo era de los más grandes del plantel con 26 años. Había muchos pibes”.

Hernando Di Cillia/Infobae

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