Los aplausos retumban desde los cuatro costados del José Fierro. Son los miles de hinchas que arengaron durante 90 minutos al equipo del Ruso Zielinski. En el centro del campo de juego, los jugadores de Atlético Tucumán cantan y se abrazan. La cancha es una fiesta y no es para menos: su equipo pudo empatar la llave ante The Strongest y conseguir, gracias a los penales, avanzar en la Copa Libertadores. El por qué es evidente. Atlético puso todo lo que debía poner e hizo un gran partido. Y así el refrán “no está muerto quien pelea” le cae perfecto a esos jugadores que ahora piensan en Independiente Medellín.
Sabía bien Atlético que debía comenzar con todo, llevándose a su rival por delante. Y así lo hizo. Durante los primeros 45 minutos práctimante no le dio respiro al conjunto boliviano. De arranque nomás se metió de lleno en el campo de su rival e intentó, de a ratos con fútbol y otras veces con ganas, quebrar el arco de Daniel Vaca. Fue Leandro Díaz quien arrancó avisando. Una. Dos. Pero nada. También lo hizo Javier Toledo. Sin embargo, la fórmula del gol llegó, en realidad, de una pelota parada y por intermedio de un defensor.
Desde un corner todo empezó cambiar. Un beso a la pelota de Guillermo Acosta, centro ideal y la cabeza, casi de palomita de Marcelo Ortiz, abrió el camino de la alegría. Pero no todo fue una fiesta. Porque pese a que fue un monólogo, también Atlético pasó por varios sustos, sobre todo en el cierre de la parte inicial. Una desconcentración dejó sólo a Lucchetti que reaccionó a tiempo y evitó que Marvin Bejarano, con un remate al ras, casi iguale el compromiso.
En el complemento nada podía cambiar para Atlético. Y aunque The Strongest salió un poco más decidido, Lucas Melano -como lo había hecho durante el primer tiempo- se puso el equipo al hombro y llevó, siempre quebrando por la derecha, a que su equipo fuera por más. Y vaya si funcionó. Es que de tanto ir e insistir el volante mandó un gran centro que Leandro Heredia cambió por gol: 2-0.
El desgaste ya estaba hecho. Entonces aparecieron los penales. Y Lucchetti, ese que tantas alegrías les dio a los tucumanos durante muchos años, se convirtió en el héroe, una vez más. Atajó dos, también metió el suyo y dejó que Atlético avanzara. Bien merecido lo tiene.
Juan Manuel Rovira/Clarín
Lanús logró una contundente victoria ante Universidad Católica que le permitirá ir con mucha tranquilidad a la revancha a la altura de Quito que se jugará el 26. Le costó llegar al gol en el primer tiempo, apurado y sin precisión. Pero el tanto de Lautaro Acosta en el inicio de la parte final le dio la tranquilidad para ampliar la ventaja. Luego, Nicolás Orsini entró y en cinco minutos hizo dos.
En los primeros instantes el duelo parecía pan comido. Al minuto se lo perdió Sand al lado del arco. Auzqui y Di Plácido ganaban con comodidad por la derecha y Acosta por la izquierda. Esquivel manejaba la pelota. El gol era cuestión de tiempo y tranquilidad. El rival, que desnudó limitaciones en la marca, intentó acercarse con prolijidad. Pero asustó poco.
Todo lo sencillo que le resultó a Lanús meterse en el área rival con gambetas o toques se le fue complicando con el pasar de los minutos. Acelerado, apurado, no encontró la tranquilidad para dar el pase justo o definir a tiempo, como a los 30 minutos cuando Moreno definió suave a las manos de Galíndez. O ese centro atrás de Moreno que nadie, ni el goleador Pepe Sand, pudo conectar.
Y a los 43 minutos llegó la situación más increíble de todas: remató Esquivel, metió un tacazo Auzqui que estaba adelantado pero la pelota se desvió en Oña y pegó en el palo, cabeceó Acosta, que también estaba adelantado y la sacó Galíndez con un pie en la línea. En la siguiente maniobra Tévez definió por arriba de Rossi y salvó Pasquini.
Después de pasar un mal momento en el arranque de la parte final (Rossi desvió al córner un remate de Chalá), Lanús impuso en la red la superioridad plasmada en la primera etapa: desborde y centro de Auzqui y toque goleador de Lautaro Acosta.
Y lo que no pudieron Auzqui en 74 minutos y Sand en los 90, lo consiguió Orsini en cinco y en las dos primeras pelotas que tocó: primero fusiló a Galíndez con un derechazo y después definió de cabeza una jugada preparada de tiro libre tras la asistencia de cabeza de Muñoz, en posición adelantada.
En 13 días y por la superioridad demostrada, no debería tener problemas Lanús para pasar a la siguiente fase.
Oscar Barnade/Clarín