Venecia, a pesar de tantas vicisitudes, siempre tiene una sobreoferta para sus visitantes. Pero en este 2024, con un agregado especial (este tipo de aniversarios siempre son oportunos para el aprovechamiento turístico). El famoso Carnaval veneciano, que se extenderá desde el 27 de enero al 13 de febrero, se hará en homenaje a Marco Polo, su célebre mercader y narrador, de quien se recuerda que han pasado… siete siglos desde su muerte. Fue un 8 de enero de 1324. Tenía 70 años -una edad inusual para esa época y para todo lo que había trajinadoy lo enterraron en la Iglesia de San Lorenzo, aunque posteriormente sus restos desaparecieron.
“Los homenajes harán prestigiar la memoria de uno de nuestros conciudadanos, que escribió el primer relato fiable y completo de Oriente y la primera contribución al conocimiento mutuo entre Asia y Europa, Il Milione”, dijo el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, al difundir la programación de este 2024: una exposición exclusiva con objetos de época en el Palacio Ducal desde abril, simposios académicos y una ópera en La Fenice.
Por supuesto que las aventuras de Marco Polo ya fueron eje de numerosos libros, investigaciones históricas, películas, cómics, series de televisión o videojuegos. Una de aquellas películas tenía como protagonista a Jack Palance y otra se filmó medio siglo atrás en España (La conquista de un imperio). Aunque difícilmente cualquiera de esas obras alcanzara la belleza y dimensión artística de Las ciudades invisibles, que escribió Italo Calvino, planteando un diálogo imaginario entre Marco Polo y el emperador Kublai Kan.
Marco Polo no fue el primero en aventurarse en aquel territorio (inmenso, infranqueable) que se extendía desde lo que hoy conocemos como Oriente próximo hasta los confines de China: probablemente el mayor imperio jamás levantado, después de las oleadas mongolas que había comandado Gengis Khan en el siglo anterior. Antes que el propio Marco Polo, algunos frailes franciscanos y otros audaces comerciantes intentaron lo mismo.
La diferencia estuvo en el texto: como uno de los más grandes cronistas de la historia y cuando Gutenberg aún no había inventado la imprenta, Marco Polo reveló -a través de su imponente obra, Il Milionela importancia de aquel mundo tan lejano para la Europa occidental, sus avances, sus descubrimientos. Un puente de civilización como pocas veces se registró y en el cual, es cierto, nunca se podrá establecer la frontera entre lo que vio, lo que imaginó y lo que finalmente describió. Aunque la famosa escena de la antesala de su muerte, en su casa veneciana, lo insinuaba: su mujer Donata y sus amigos que le acompañaban, le pidieron que confesara si sus textos eran verdaderos. Marco Polo alcanzó a responder: “Solo he contado la mitad de lo que vi”.
Legó a su mujer y a sus cuatro hijas la mansión en la que vivían, hoy convertida en un teatro.
Le había dictado su obra cumbre –en realidad, tres libros– a Rutischello de Pisa: ambos estaban presos en una cárcel de Génova, después de una de las tantas batallas navales entre este reino y el de Venecia. Se copiaba a mano y se hicieron 140 manuscritos. Tuvieron una rápida difusión, que convirtieron a Marco Polo en una celebridad. Un verdadero best-seller cuando ni siquiera existía la imprenta. Aunque no podían faltar censores ni objetores, que cuestionaron hasta su último día la autenticidad de los relatos y consiguieron alejarlo de su puesto en el Gran Concejo veneciano. “Mi libro es sobre lo que vi y también, sobre lo que me contaron”, se defendió el autor. Nunca alcanzaría a ver las primeras impresiones, que se hicieron en 1477 en alemán e italiano (el primer título fue La descripción del mundo, posteriormente El Libro de las Maravillas, hasta que quedó definitivamente Il Milione).
Nacimiento
Se cree que Marco Polo nació en 1254 y se cita como probable lugar la isla dálmata de Kórcula en la actual Croacia (inclusive allí también se prendieron en los fastos y el marketing del séptimo Centenario y restauraron la presunta casa natal). Pero su tío Maffeo, comerciante, se lo llevó a Venecia, la potencia marítima y económica de la época. A sus 17 años, Marco Polo acompañó a su padre Nicolo y a su tío en la primera incursión por las tierras del gran Kan. Posteriormente, ya solo, hizo su célebre viaje que se extendió durante 23 años, en los cuales se ganó la confianza del Kan y fue su embajador y funcionario. Años, también, en los cuales surgieron sus crónicas. Su libro. Y el mito. Fue precavido al partir: se llevó la bendición del Papa Gregorio X.
Para situarnos en la época: el interés europeo por ir hacia Oriente sólo quedaba para aquellos comerciantes o predicadores aislados, principalmente franciscanos. También las Cruzadas quedaban en el pasado. Asia era el territorio en el que las legiones de Gengis Kan desde 1206 establecieron su imperio mongol, casi desde los Balcanes hasta el Pacífico. Un imperio que recién se extinguió casi dos siglos más tarde.
El Libro de las Maravillas, de Marco Polo, revela temas, lugares, costumbres, sistemas sociales y políticos, y hasta objetos que eran completamente desconocidos en Europa: “Un licor tal que aceite que brota de la tierra” (se refiere al petróleo), “piedras negras que arden” (la hulla) y el papel moneda, que Europa recién implementaría dos siglos más tarde. También habla de múltiples comidas, aunque las últimas investigaciones niegan otra leyenda: que fuera el “importador” de los espaguetis (“fideos chinos”), ya que estos se fabricaban en los molinos de Sicilia desde antes.
El segundo y definitivo viaje a Pekín comenzó en 1271 –necesitó tres años para llegar– y en su libro se refiere a lugares “increíbles”. Así, cita el monte Ararat en Armenia “donde se posó el arca de Noé tras el diluvio universal”. También habla de temas “milagrosos” como la salvación de la comunidad cristiana de Bagdad en 1258, durante la invasión de los mongoles. Después su relato lo lleva a las planicies de Irán y “la patria de los Reyes Magos”, lo que provoca la furia de los ultramontanos católicos, quienes afirmaban que los huesos de Melchor, Gaspar y Baltasar se encontraban en la catedral de Colonia.
Y aunque la meta es Pekín, Marco Polo llega antes hacia la corte de Kublai Kan, que en verano se encontraba en otra ciudad mítica: Xanadú. Al referirse al palacio del Kan, Marco Polo señala la presencia de los “bacsi”, influyentes monjes budistas, entre los que se encontraban astrólogos, hechiceros, nigromantes, chamanes. Más importante aún es su descripción del aparato burocrático y la rigurosa organización del ejército.
La obra de Marco Polo describe la geografía china (el río Amarillo, las junglas, las montañas del Tíbet, las aguas del Yang-Tsé) y llega hasta Vietnam “con su gente bella y alta”. Curiosamente, no hay ninguna alusión a la “muralla china”. Pero sí una descripción de una monumental obra de ingeniería del siglo VII, el Gran Canal, donde trabajaron cinco millones de hombres.
Aunque distintos detractores, de su época y posteriores, niegan que Marco Polo haya llegado a China y que todo lo escrito fue “producto de su fantasía”, lo cierto es que no existe ninguna otra descripción del gigante asiático y del imperio mongol tan certera como aquel libro.
El viaje de regreso sería a través del Indico y con nuevos descubrimientos -Indonesia, entre ellos- y otra combinación de realidad y fantasía. Aquella combinación de elementos maravillosos fue la imagen de China, y en general de todo Oriente, que se proyectó por el resto de los siglos en el imaginario colectivo de Occidente. Y que -según cuentan otras leyendas- el mismo Marco Polo y su escriba Rustichello llegaron a describir a multitudes que se agolpaban junto a los muros de la cárcel, cuando aún estaban cautivos en Génova.
Narró su experiencia en el “Libro de las Maravillas”.
Luis Vinker/Clarín-Espectáculos