En plena avanzada de las biopics, Diego Maradona no podría estar en cancha con una mega producción sola (Sueño bendito, por Amazon Prime Video), más otros proyectos temáticos que abordan su figura desde distintos géneros. Por eso ayer llegó a HBO Max La hija de Dios: Dalma Maradona, que si bien la tiene a ella como protagonista no deja de ser un emotivo cuento sobre él. Como cuando hace unos días se estrenó Mafalda (Star+ y Disney+), pero el tributo terminó siendo para Quino, el padre de la criatura.
Teniendo en cuenta este punto, no debe ser casualidad que las dos series estén dirigidas por la misma persona, Lorena Muñoz, la realizadora, también, de películas biográficas como Gilda, no me arrepiento de este amor o de El Potro, lo mejor del amor.
Del otro lado de la línea suena la voz de Dalma, que surfea las lágrimas poco antes del estreno y navega sobre las aguas conocidas de la emoción: “Yo sé perfectamente quién fue mi papá. Tuve mucho diálogo con él. Y ahora, luego de este camino que me llevó a los lugares en los que estuvo y de esto que fue como pisar su huella, lo quiero más todavía”.
Reconoce que no fue idea suya hacer este documental, pero una vez que dio el sí sintió alivio y orgullo “porque hay cosas que se hicieron que son feas”.
-¿Como cuál?
-Como Sueño bendito. Mi papá tuvo una vida a la vista de todos, no hace falta inventar nada. Ni mucho menos manchar por manchar.
-Esta miniserie, entonces, ¿oficiaría como de contracara de ésa?
-No, ésto es un documental a partir de mi mirada. Y desde mi amor incondicional.
Ese concepto está bien protegido -y exhibido, al mismo tiempo en el tráiler de la serie: “La historia de mi papá se contó un montón de veces. La historia de Diego Maradona conmigo sólo la puedo contar yo”.
Madre de dos nenas -Roma de 4 años y Azul de 1-, confiesa que “no estaba en mis planes hacer algo audiovisual, ni una peli, ni nada por el estilo. Pero un día Axel Kuschevatzky (productor cinematográfico) me convocó para armar algo desde mi mirada de hija, a partir de lo que yo había escrito en Hija de Dios, no es el Diego, es mi papá (texto que ella también montó en teatro). Y me propuso recorrer los lugares claves de su vida y charlar con personajes que lo conocieron bien”.
-¿Diste el sí enseguida?
-La verdad es que no. Primero lo pensé, luego tuve mucha charla con mi hermana, con mi mamá y con mi marido y finalmente me animé. Aparte yo no sé entrevistar, entonces tampoco quería quedar en un sitio que no me corresponde. Pero la idea se fue completando con el aporte que podía hacer mamá de viejo material nuestro, que ella siempre supo cuidar y que no había visto casi nadie.
-¿Material en el viejo y querido videocasete?
-Exactamente, mi mamá tiene un montón de VHS. Hay de todo, se lo ve a papá jugando, pero también se lo ve bailando con nosotras dos (ella y Giannina) re chiquitas, en la playa, hay imágenes muy conmovedoras y también muchas muy divertidas.
-¿Y a qué Diego vamos a ver?
-Al verdadero, pero también al más íntimo. Es muy emocionante el resultado final. Y acá llegamos con decisiones consensuadas entre todas las partes. Lorena, que es la directora ideal para este tipo de proyectos, me dijo “Confiá en mí”. Y confié y quedó una maravilla. Pero no te hablo sólo como hija, sino como espectadora de un producto que te muestra un cuerpo y un alma.
-Qué diría Diego de ver a Dalma recreando su historia…
-Lo sé: le daría orgullo. Y me diría lo mismo que me dijo cuando vio la obra (en 2012). De él tuve las palabras más hermosas que podía esperar: “Éste es el mejor regalo que me podrías haber hecho”.
-¿Habrá segunda temporada?
-No está hablado y no creo, pero material hay de sobra. Y, por sobre todo, él es inabarcable.
La hija de Dios: Dalma Maradona consta de de tres episodios de 45 minutos. Dalma adelanta que hay mucha perlita dando vueltas a lo largo de esta biopic, especialmente en respuestas o anécdotas que “no son las de siempre. Obvio que hay muchas que ya las hemos escuchado, pero hay otras que no”.
-¿Cuál sería la mejor?
-Lejos, una que cuenta Guillote que yo no conocía. No te la puedo spoilear, pero es genial. Es una anécdota muy maradoniana contada por el mejor contador de anécdotas.
-¿Quién es Guillermo Coppola en tu vida?
-Es el Tío Guille. Siempre fue el tío, que en una época estuvo distanciado de papá por temas de ellos. Pero cuando se murió mi abuelo estuvo cerca. Llevó una manija del cajón, qué decirte.
La miniserie documental -en la que Dalma es el hilo conductor y también es productora ejecutiva la llevó por 20 ciudades del mundo en las que su papá vivió y jugó. En cada una tuvo un puñado de mano a mano con personajes públicos, con diferente nivel de popularidad, como Guillermo Coppola, Sergio Goycochea, Carlos Tévez, su hermano Lalo Maradona, Jorge Burruchaga y Fernando Signorini.
La anfitriona aclara que ni Gianinna ni su madre, Claudia Villafañe, forman parte de las entrevistas, pero sí participan del material de archivo. La pantalla replica la vida del ex futbolista argentino, que nació el 30 de octubre de 1960 y murió a los 60 años, el 25 de noviembre de 2020, en plena pandemia.
La hija de Dios propone visitar su infancia en Villa Fiorito, su magia con la pelota en la cancha real o imaginaria que fuera, su carrera en Italia, sus aventuras en los diferentes rincones del mundo, su vida pública, sus postales familiares, su épica y sus dramas.
Y, más allá de lo que se ve en la plataforma, hay perlitas del detrás de escena que Dalma comparte : “Pude llevar a mi hija más grande, que en ese momento tenía 3 años, a Nápoles, donde ocurrió aquella escena de las margaritas (ella le colocaba flores en las medias de Diego, en la previa de un entrenamiento del Napoli). Y Roma tenía la edad que yo tenía, más o menos, en ese momento. Fue muy fuerte verla y verme. Ah, y encima sin que nadie supiera que Azul estaba en la panza. No pudimos entrar al estadio, pero estuvimos en zona”.
Ahora, con una que ya va al Jardín y otra de un año, cuenta que está “con ganas de volver a trabajar como actriz. Pero quiero ver bien qué hacer”. De todos modos, tiene que seguir su recuperación por un cuadro de anemia que arrastra desde 2022, lo que cada tanto la lleva a recibir transfusión de sangre o dosis de hierro: “Es todo muy lento, pero estoy mejorando, que es lo que importa”. Mientras tanto, vive la previa del estreno.
-Como entrevistadora, ¿sos más estilo Mirtha o estilo Susana?
-No, cero. Es que es imposible sentirme entrevistadora. Vas a ver a la hija de alguien importante para muchos, que estuvo recolectando datos, anécdotas, hitos, y que se sentó a charlar con gente que lo conoció de verdad. Yo sólo quise escuchar, enfocarme en cada palabra dicha por los otros, cada silencio, cada todo.
-¿Pudiste proponer algún nombre?
-Sí, al Fideo (Ángel) Di María. Lo llamé yo directamente y se lo pedí. Me dijo que vendría a la Argentina por dos días y que sin falta se ponía a disposición. Un divino. Y así fue; “Para y por tu papá, lo quesea”. Me mató.
-Después de haber charlado sobre Diego con medio mundo, ¿qué verbo se impuso: descubrir o comprobar?
-Comprobar, lejos. Pensá que me la pasé escuchando mil relatos de mi viejo, desde que era así de chiquitita. Me ha contado historias que para mí eran incomprobables, eran cuentos enormes, no sé cómo describirlos. Para que te des una idea, el día que vi El gran pez -película dirigida por Tim Burton, protagonizada por Ewan McGregor y estrenada en 2003dije “Ah, bueno, es mi papá”. Viste que en la peli el tipo arma historias súper fantasiosas, inchequeables…
-Pero acá pudiste chequear, ¿no?
-Sí, fue loquísimo, porque en medio de las charlas que fui teniendo iba escuchando las mismas cosas que me había contado él, como cuando peleó el sueldo de los juveniles del Napoli. Y de pronto escucho eso, con el mismo nivel de detalle, en primera persona… pero en boca de otro. Muy potente todo.
Sabe que su padre no fue Dios, lo aclaró hasta el hartazgo desde que escribió el libro o cuando estrenó la obra homónima (con una dosis de ironía en el título, casi un guiño) en 2012. Sabe que sobre él hay miles de opiniones. Sabe -o siente- que le “manda señales permanentemente, nosotros teníamos un vínculo muy fuerte. Extraño todo de él, especialmente el humor”. Sabe que sobre Diego hubo y habrá muchos relatos, pero, por más trillada que suene la frase, no habrá ninguno igual: la mirada de un hijo tiene ojos especiales, siempre.
Silvina Lamazares/Clarín-Espectáculos