Talleres le pegó una fuerte cachetada a Boca que lo devolvió a su realidad. Esa que había parecido esfumarse tras el 7 a 1 ante Vélez y después de un Superclásico en el que había mostrado una buena versión. Con un conjunto anárquico, sin identidad, inestable, con miles de errores defensivos y algunos de actitud, con un nerviosismo evidente, sin Edwin Cardona, con delanteros que se acumularon pero que nunca desequilibraron, con un Carlos Tevez deslucido y con desatenciones que se reiteran.
Los gritos de Carlos Auzqui y Diego Valoyes, sobre la hora, fueron dos goles que pusieron de nuevo en la superficie todas las dificultades del equipo de Miguel Ángel Russo, que ahora se quedó sin invicto y se complicó en la Copa de la Liga. Otro gran paso atrás, justo cuando el equipo parecía dar señales de mejoría.
El partido todavía no se había armado y Boca ya perdía. Otra vez, como en el último tiempo, con un error en la salida de Esteban Andrada que dejó paralizada a la última línea y que aprovechó Auzqui. Ese tanto mareó los planes del equipo, que después de un clásico ante River en el que había mostrado que el cambio táctico (jugó con línea de 3 centrales) le había resuelto buena parte de sus conflictos para ser sólido.
Pero no. Decidió cambiar Russo y darles pista a una línea de cuatro defensores y poner a Agustín Almendra (se sumó a los costados de Cristian Medina y Jorman Campuzano) para robustecer el mediocampo.
No salió nada: atrás tambaleó cuando lo apretaron y en el medio no cumplió en su faceta de elaborar mucho más juego. Es cierto: tuvo chances de igualarlo en esa primera parte (Tevez desperdició dos tiro libre que con Cardona en el campo eran medio gol) pero estuvo lejos de parecerse a un equipo con ideas claras.
Volvió a meter mano el técnico en el entretiempo. Corrió a Nicolás Capaldo al medio por Almendra e incluyó a Julio Buffarini en el lateral derecho. Y luego sacó a Campuzano para poner a Franco Soldano, con la idea de probar una variable ofensiva para compensar lo que no tuvo en el comienzo del juego: una opción más en el ataque para el Apache y Villa.
Al ratito, otra vez modificaciones. Mauro Zárate por Gonzalo Maroni y Marcos Rojo por Carlos Izquierdoz (amonestado y al límite defendiendo mano a mano). Mucha improvisación. Boca se paró en el campo rival y asumió riesgos. Un poco por presión y otro por estrategia de los del Cacique Medina, que aguardaron siempre para tener estocadas de Valoyes y Mateo Retegui.
Pero mientras el equipo de Russo se tentó demasiado en el pelotazo largo, Talleres se dio cuenta que podía darle estocadas en las contras. Entonces el juego se hizo como una pelea en la que los boxeadores, en los últimos rounds, van solo hacia adelante pero no levantan los brazos para defenderse. Los hombres de ataque de azul y amarillo, en una búsqueda individual sin mirarse entre sí. Y la T, con sus piezas rápidas saliendo como flechas.
El gol de Michel Santos, en contra, le dio un premio grande a Boca por el que poco había invertido. Y hasta pareció tener más energía para ir por la victoria (¿hubo penal sobre Fabra?) pero se desprotegió. Andrada tapó tres remates casi sin defensa. Y de ese tiro de esquina, otra vez sin nadie atento a marcar, Valoyes puso el 2-1 final. El que terminó por ponerle un cachetazo a Boca, en su casa. Otra vez.
Matías Bustos Milla/Clarín
Tiburonazo en el Bajo Flores. Aldosivi olfateó sangre y se devoró a San Lorenzo en un final de ida y vuelta. En los cinco minutos de tiempo agregado, el Ciclón, superado ampliamente en el primer tiempo, llegó al empate gracias a Di Santo. Sin embargo, en la última jugada lo perdió en un contraataque, tras malograr una llegada propia. El 2-1 corta una racha de dos derrotas seguidas del equipo marplatense, mientras que deja a los de Boedo relegados en el fondo del Grupo A y una cosecha de cinco sin ganar en la Copa de la Liga Profesional.
Hubo un cambio de roles en el Nuevo Gasómetro de movida. El visitante asumió el protagonismo y propuso un juego de control y ataque. El dueño de casa se volcó por una idea que poco honor le hace a la de su historia de equipo grande. San Lorenzo cedió pelota e iniciativa y no la pasó bien.
Tras pasar de fase en la Libertadores, Dabove repitió el planteo que le había servido para traerse un empate de Banfield. Volvió a rotar nombres, puso un mix entre suplentes y titulares y plantó el esquema de tres centrales y dos carrileros. El problema
no fue el dibujo, sino la postura: el Ciclón no pasaba la mitad de la cancha y en gran parte del primer tiempo fue un espectador del juego decididamente menos especulativo del rival.
Los visitantes dispusieron del poder total del balón, aunque se les dificultó pisar con peligrosidad el área defendida por Monetti, que en defensa presentaba cinco hombres. Con el manejo de Grahl por el medio y las penetraciones de Guzmán por la derecha, Aldosivi intentaba mucho más que San Lorenzo. El chico jugaba como grande y viceversa.
En uno de esos desbordes de Guzmán, Braghieri lo bajó y de ese tiro libre llegó el zurdazo de Grahl que sorprendió a un mal parado Monetti. El arquero a quien Dabove decidió utilizar en el ámbito local (José Devecchi ataja en la Copa Libertadores), dio dos pasos al primer palo y no llegó cuando la pelota se le metió por el segundo. El 1-0 estaba bien a esa altura.
Los de Boedo apenas habían sido un cabezazo del pibe Rosane y un disparo de lejos de Óscar Romero, que sacó Pocrnjic. Dabove tomó nota y movió el banco en el entretiempo: metió a Diego Rodríguez y a Julián Palacios para replantear su juego con 4 defensores y otras intenciones más acordes a su condición de local que pretende los tres puntos.
El cambio fue automático: Ángel Romero, Gattoni y Palacios tuvieron las suyas. En menos de 15 minutos, San Lorenzo había hecho más de toda su pobre labor en la etapa inicial. ¿Por qué esperó tanto de entrada?
Ahora sí, el grande jugaba como tal y metió a su rival en su arco. Eso sí, con más voluntad que fútbol. Y con muy poca puntería. El que no falló fue Di Santo sobre la hora. Palacios trabó y ganó con Emanuel Insúa y tiró el buscapié que encontró al “9” que está en estado de gracia y marcó por cuarto partido consecutivo.
A San Lorenzo le salió de pronto la valentía de adentro y se lanzó a ganarlo en el descuento. Otra de Palacios parecía terminar en gol, pero no. Díaz se abrió y pidió un penal que no existió ante la marca de Indacoechea. Aldosivi la robó, Rodrigo Contreras – un ex azulgrana- comandó, peleó con el Torito Rodríguez, tiró una pared con Braida y se llevó los laureles en un final frenético.
Nahuel Lanzillotta/Clarín