La persistente sonrisa de la Gioconda sigue siendo la misma, pero el Museo del Louvre, que padece la popularidad de la obra maestra de Leonardo Da Vinci y las multitudes que se agolpan para sacarse selfies con ella, está reconstruyendo toda su figura de manera virtual como nunca antes.
Como el jueves se inaugura una gran muestra de Leonardo, el Louvre y sus socios productores están configurando un tour de realidad virtual, con vistas tridimensionales del retrato que deja atrás la muchedumbre de turistas, la cabina de vidrio antibalas, las capas de barniz de las restauraciones y la pátina verde.
El cuadro real de la Gioconda, el óleo sobre madera, fue regresado el pasado 7 de octubre a la Salle des États, para llegar a tiempo a la apertura de este jueves de una exhibición que marcará los quinientos años de la muerte de Leonardo en 1519. Durante el verano europeo, mientras se renovaba la sala, el retrato fue trasladado a la Galérie Médicis, algo que causó un verdadero problema de espacio. Los turistas desilusionados se quejaban por las fugaces vistas y los obstáculos que los alejaban de una pintura de 76 centímetros.
El tour de realidad virtual permitirá un encuentro más íntimo. Diseñado para remediar el problema de las multitudes y la distancia, estará situado en una pequeña galería cerca de la muestra principal de Leonardo, y lejos de la Mona Lisa, tal como se la llama en castellano.
La sala estará equipada con 15 cascos virtuales y ofrecerá tours de siete minutos. Se irá a través de una galería de cuadros hasta llegar al retrato de la Gioconda, la mujer de un mercader de seda italiano. “Está sentada, y los espectadores estarán de frente, como en una conversación cara a cara”, dijo Dominique de Font-Réaulx, directora de comunicación y programación cultural del Louvre.
En esta tierra virtual de Leonardo, los espectadores podrán volar sobre un valle de colinas sobre un deslizador alado bocetado por el pintor (y que aparece en la exhibición tradicional). De Font-Réaulx comentó que los dos curadores de la exhibición principal han investigado toda la información tradicional para la narración del tour virtual, incluyendo los detalles visuales de la Gioconda y su entorno –desde las ligeras ondas de su pelo, hasta su vestido de terciopelo, pasando por los cerámicos de arcilla de las galerías de Florencia en el siglo XVI.
El experimento digital es parte del esfuerzo por ampliar la llegada del Louvre, para lo cual Francia está proyectando modos de promover sus tesoros con tours de realidad virtual y otras alternativas de baja tecnología.
En septiembre, Frack Riester, el ministro de cultura de Francia, comunicó el proyecto de desarrollar mil “micro-follies” o museos digitales itinerantes, durante los próximos tres años, en sitios rurales o suburbanos –incluyendo salas de cine, librerías, centros sociales e incluso peluquerías. Francia pretende gastar 3 millones de euros para ofrecer realidad virtual y tours digitales 2D para mostrar las obras maestras de docenas de los más importantes museos de París, incluyendo el tour de la Gioconda del Museo del Louvre.
No todos están tan entusiasmados con esta campaña para que la realidad virtual ocupe un lugar más importante en la experiencia del museo. “Me gustaría más que el Louvre se involucre con la realidad”, dijo Didier Rykner, crítico de arte francés, quien argumenta que el dinero del Estado estaría mejor destinado en adquirir arte, y que el museo debería concentrarse en los problemas organizativos que generan las muchedumbres.
“Es condescendiente. Es desprecio. En todos lados en Francia uno tiene iglesias y monumentos en donde encuentra grandes obras de arte, como Velázquez o Caravaggio”, dijo Rykner. “Con 3 millones de euros, se podría comprar tres obras maestras para darles a los museos de Francia: sería arte real para personas reales”.
Otros museos ya están experimentando con realidad virtual. A principios de año, el Musée de l’Orangerie en París intentó avanzar en un tour de realidad virtual inspirado en la serie de nenúfares de Monet, que sumergió a los espectadores en la escena virtual del estanque y el jardín de Giverny en días de nieve y de sol.
“No sólo las personas jóvenes lo están aprovechando. Había gente de más de 65 años, incluyendo mi padre, de 83”, dijo Font-Réaulx y agregó: “Esto no remplazará nunca a las obras. El contenido está primero”.
Preparándose para la apertura del jueves, el Louvre está tomando medidas para reducir las filas de quienes se acercan a ver la Gioconda. Ahora, se necesita una reserva.
Doreen Carvajal/para Clarín