El cine de género en Argentina sigue buscando su espacio y ofrece con frecuencia propuestas variadas y eficaces. Respira, del realizador Gabriel Grieco, tiene ecos de su primera película Naturaleza Muerta (2015).
Una familia busca una nueva oportunidad en El Remanso, un pueblo alejado de la ciudad. Leonardo (Lautaro Delgado Tymruk), un piloto que está sin trabajo desde hace seis meses, es contratado para fumigar plantaciones de soja durante una semana. Leticia (Sofía Gala Castiglione), su mujer, es una traductora que mantiene el espíritu del hogar a pesar de la crisis de pareja y ambos emprenden la mudanza junto a su hijo (que sufre asma). Al jefe acosador y misógino (Daniel Valenzuela) que los recibe, se suma una serie de extraños personajes y situaciones que los sumergen en el ojo de la tormenta.
El realizador va directo al grano con esta historia de suspenso, acción y toques de terror (otra vez los personajes enmascarados) que se suceden con la velocidad necesaria para generar la sensación de peligro constante. En ese sentido, la película ofrece un clima enrarecido al disparar su denuncia ante la falta de control por los efectos de la fumigación y la corrupción reinante, y funciona como un bienvenido pasatiempo que incluye lugareños que viven el horror (Leticia Bredice y Nicolás Pauls) y advierten que lo peor llegó al pueblo.
Leonardo sospecha de su entorno mientras Leticia y su hijo son acechados en la oscuridad de la destartalada casona. La trama incluye a un fumigador desaparecido, a un chico envenenado, y a un comisario (Gerardo Romano) con sus secuaces.
Las mejores escenas tienen lugar en rutas desoladas y en el maizal que crea el escenario adecuado para las fugas y persecuciones como en las películas de terror norteamericanas.
Desde un comienzo inquietante (con gallinas muertas), el filme se dispara con vuelo rasante como la avioneta fumigadora y genera tensión. Aunque algunos personajes resultan episódicos, el peso del relato recae en Sofía Gala y Lautaro Delgado, ambos correctos en sus roles.
Fernando Álvarez/Especial para Clarín