Se va un año en el que todas las expresiones de la cultura estuvieron en peligro por una ley sancionada durante el macrismo. Tras numerosas movilizaciones el Congreso revirtió ese rumbo al aprobar la prórroga de las asignaciones específicas por 50 años. Fue la gran victoria del sector en un 2022 que también registró malestares en el INCAA, el pedido de renuncia a su presidente y, recientemente, la presentación del proyecto para modificar la Ley de Cine y regular las plataformas digitales. Ya sin aforos reducidos ni protocolos, las salas de teatro y música experimentaron una auspiciosa recuperación con el regreso masivo del público y un boom de recitales. En el ámbito del teatro oficial porteño, hubo un reclamo de mayor equidad de género en la programación, aún sin respuesta. El mundo editorial se dirime entre el auge de las ferias y los problemas derivados del papel. La Ley Nacional de Danza continúa siendo una asignatura pendiente.
El Congreso dijo “no” al apagón cultural
El 28 de diciembre de 2017 el Senado sancionó la Ley 27.432 de reforma tributaria impulsada por el gobierno de Mauricio Macri que, en líneas generales, otorgaba beneficios fiscales al sector empresarial. En ese momento muchos pasaron por alto el artículo que establecía un límite temporal para las asignaciones específicas destinadas al campo de la cultura y la comunicación. La bomba explotó recién este año porque se había establecido como fecha de caducidad el 31 de diciembre de 2022. En síntesis, se decretaba la defunción de buena parte de las expresiones artísticas y culturales que se nutren de los fondos de organismos como el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el de la Música (Inamu), el del Teatro (INT) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), entre otros.
Varias agrupaciones estuvieron en alerta desde 2017, pero este año se organizaron de manera masiva y a nivel federal. Los datos indican que las actividades culturales involucran alrededor de 700 mil puestos de trabajo directos e indirectos y representan más del 3 por ciento del valor bruto de producción agregado. Tras varias movilizaciones al Congreso e intervenciones por parte de colectivos como Unidxs por la Cultura o la Multisectorial Audiovisual, en junio de este año la Cámara Baja dio media sanción al proyecto del diputado Pablo Carro (Córdoba-FdT) para prorrogar las asignaciones específicas por 50 años. Pese al rechazo y la abstención del PRO, finalmente fue aprobado en octubre por el Senado (57 votos afirmativos, dos negativos y nueve abstenciones) con el apoyo de bloques provinciales y parte de la UCR.
La actividad teatral, también en recuperación
Un hito ocurrió en Mar del Plata en Semana Santa: cerca de 27 mil personas asistieron a funciones teatrales en todos los circuitos. El récord anterior estaba vigente desde 1988. Con este hecho pareció cerrarse un período oscuro para la actividad, signado por la Covid-19, e iniciarse la recuperación del público en las salas, ya sin aforo reducido.
Lo que ocurrió en el teatro comercial no equiparó al ámbito musical pero superó al del cine. Según las cifras de la Asociación Argentina de Empresarios/as Teatrales (AADET) el movimiento de 2022 es similar al de la prepandemia. Aclara Carlos Rottemberg, su presidente, que 2019 no fue el mejor año para la actividad. Y resume, en diálogo con Página/12: «El número que viene girando de espectadores anuales, entre teatro y música, es de 6 millones de boletos, antes de la pandemia, con mejores y peores épocas. Este año va a terminar dando casi el mismo número, fundamentalmente sostenido por el crecimiento de la música. Al haber pisado un fondo tan fondo, lograr terminar el 2022 a flote con el 2019 ya nos parece meritorio».
En su informe de gestión 2022, el Teatro Nacional Cervantes relevó 52.482 espectadores durante las 186 funciones realizadas en sus salas. Además se consignaron 10.555 espectadores en la gira de La comedia es peligrosa (Teatro Auditorium de Mar del Plata), 5.635 en las funciones al aire libre en el playón de la Biblioteca Nacional durante el verano y 16.485 en las realizadas en distintas provincias. «En esta temporada el público acudió a las salas motivado por el regreso a la presencialidad, y los deseos de volver a ver y disfrutar de un espectáculo en vivo. Además, la programación brindó diversidad y excelencia, lo que hizo que también el público quisiera asistir”, dijo Gladis Contreras, directora del TNC, a este diario.
En los teatros que integran el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) se registra una evolución: en 2020 se relevaron 28.100 espectadores con aforos del 50 por ciento, en 2021 fueron 91.663 con aforos del 50 y 70 más cinco meses de funcionamiento como vacunatorio, y este año se registraron 265.027 espectadores. «Hace poco celebramos ‘Argentina Vive Teatro y Música’ junto con AADET y con Rottemberg hablábamos sobre lo bien que respondió el público luego de la pandemia. Ya se está a niveles pre pandémicos. En el caso de la cultura pública, nuestros teatros tuvieron la misma respuesta», celebró el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro.
En el circuito independiente el panorama también fue positivo aunque con una cartelera en la que hubo más reposiciones que estrenos. Alejandra Carpineti, presidenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI), advirtió la necesidad de pensar nuevas formas de producción: “Es bastante desalentador y preocupante. No hay capital para invertir, y los subsidios quedan cada vez más chicos”.
Desigualdad de género en la programación del CTBA
A fines de noviembre un hecho empañó el buen panorama: hizo mucho ruido la presentación de la programación 2023 del CTBA. Organizaciones de la cultura y más de un millar de trabajadores y trabajadoras repudiaron la desigualdad de género de la grilla y exigieron al gobierno porteño su revisión y modificación. Por lo que este medio pudo saber no hubo respuesta satisfactoria al reclamo.
Para 2023 hay sólo una dramaturga programada. Y sólo dos obras, de 24, serán dirigidas por mujeres, una de ellas en calidad de codirectora. A través de diversas cartas, entidades expresaron su enojo al ministro de Cultura y a la directora del CTBA, Gabriela Ricardes. “La desigualdad de género en la programación presentada es un acto de violencia laboral, económica y simbólica (…). No hay peor acto de violencia que ocultar al otrx, silenciar su voz”, señaló en una carta la Colectiva de Autoras, que reúne a artistas de teatro, cine, TV, composición coreográfica, musical y audiovisual. Adhirieron organizaciones como Actrices Argentinas, Asociación de Actores y Actrices, Asociación Profesional de la Dirección Escénica Argentina, Asociación Argentina de Teatro Independiente, Mujeres de Artes Tomar y Mujeres Audiovisuales. También firmaron más de mil trabajadoras y trabajadores de la cultura, entre ellas Cristina Banegas, Alejandra Flechner, Thelma Fardin, Cecilia Roth, Claudia Piñeiro y Mariela Asensio.
Se expresaron en contra, también, la Asociación Argentina de Actores, a través de su Comisión de Géneros, y el presidente de Argentores, Miguel Ángel Diani. Ricardes dio a Infobae la respuesta de que la programación no estaba cerrada.
Otro intento para la Ley Nacional de Danza
Ya es el octavo intento: el martes 8 de noviembre el proyecto para una Ley Nacional de Danza ingresó nuevamente a la Cámara de Diputados. En todas las anteriores oportunidades perdió estado parlamentario. Fundamentalmente, la iniciativa implica la creación de un instituto nacional que proteja y fomente el desarrollo de la disciplina en todo el territorio nacional, como sucede con los organismos que funcionan para otras actividades. Pese a la insistencia de la comunidad de la danza no llegó a tratarse este año y las expectativas están puestas en 2023.
Impulsado por el Movimiento por la Ley Nacional de Danza junto al Frente de Emergencia de la Danza y cientos de organizaciones, el documento cuenta por primera vez con el apoyo del Ministerio de Cultura y fue presentado por lxs diputadxs nacionales Marisa Uceda, Jimena López, Lía Caliva, Alejandro Rodríguez, Gabriela Estévez, Carolina Moisés, Carolina Gaillard, Estela Neder, Rosana Bertone, Paula Penacca y Leonardo Grosso, entre otros. Antes de que ingresara a la Cámara Baja hubo una movilización en las inmediaciones del Congreso y luego se realizó un evento para formalizar la presentación con números de artistas.
“Este proyecto histórico cuenta con más de 10 mil firmas de apoyo, reconocimientos y adhesiones de instituciones educativas y parlamentos provinciales y municipales, y ha sido presentado por el Movimiento, en representación del sector desde 2014”, resaltaba en noviembre el comunicado del colectivo –integrado sobre todo por mujeres y disidencias–, que espera que en 2023 la Comisión de Cultura recoja el guante.
La situación de los centros culturales
En lo que refiere a centros culturales, una de las noticias del año fue el anuncio del cierre del Club Cultural Matienzo en la calle Pringles. El equipo del espacio informó que se mudará sosteniendo los puestos de trabajo. Esto ocurrirá en los próximos tres meses. La razón del traslado es que los propietarios les dijeron que demolerían el local para la construcción de un edificio. Es una problemática que afecta a varios espacios de la ciudad de Buenos Aires.
Página/12 accedió a un listado de otros centros culturales que cerraron sus puertas en 2022, todos pertenecientes al Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos: Amata, Neu, Malevaje, Despierta y Planeta. “Lo más complejo es el tema de los alquileres. Muchos lugares no sobrevivieron a la pandemia. Algunos se reconvirtieron; dejan de abrir a público, hacen clases. Es un cierre parcial o cambio de modelo. Aún si un espacio cultural no genera plata para sostenerse, lo sostienen los que lo hacen. Son modelos cooperativos y el costo de desarmar un espacio es muy importante. Usualmente cuando un espacio cierra es porque no le dejan seguir habitando el lugar donde está”, analiza Claudio Gorenman, uno de los directores de Matienzo y referente de Abogados Culturales.
María Daniela Yaccar y Laura Gómez/Página 12-Espectáculos