La Selección Argentina concretó un nuevo hito, al quebrarle a Brasil su invicto como local en Eliminatorias. Un cabezazo de Otamendi, a los 18 del segundo tiempo, marcó la diferencia en el Maracaná y les permitió a los campeones mundiales retomar la senda del triunfo -tras la caída ante Uruguay- y mantener el primer puesto en la clasificación. Fue un partido áspero, donde Messi, con una lesión, salió reemplazado por Di María en el complemento. El clima estaba caldeado por los incidentes en las tribunas que obligaron a demorar media hora el arranque. Los hinchas argentinos sufrieron una brutal represión de la Policía brasileña y la Selección exigió garantías para regresar al campo.
Ya no hay excusas de un lado. Ya no hay palabras del otro. La Selección Argentina tachó anoche en el mítico estadio Maracaná uno de los pocos casilleros que le quedaban vacíos. Nunca nadie en la historia había podido con Brasil en su territorio jugando por las Eliminatorias, hasta que apareció la Scaloneta. La de la trilogía entre la Copa América, la Finalíssima y el Mundial de Qatar, la de los 37 partidos invicta, la que dominó el 2023 del fútbol y la que ahora quedó arriba 40 a 39 en un historial de 105 choques. Sí, Brasil es hijo nuestro.
No tuvo el brillo de aquellas consagraciones, pero sí el carácter intacto para defender en la cancha a ese puñado de hinchas que tuvo que bancarse, una vez más, las aberraciones de la Policía brasileña.
El 1-0 con el inolvidable cabezazo de Otamendi a los 18 minutos del segundo tiempo quedará inmortalizado en la historia grande de la Albiceleste. Como las dos atajadas de Dibu Martínez en el momento en el que le tocó aparecer para evitar que los de Diniz se pusieran al frente en el marcador.
La pelea en las tribunas pareció contagiar a los jugadores dentro del campo de juego. Brasil intentó imitar la intensidad de Uruguay para cortar el circuito interior de Argentina, que superpobló esa zona con la inclusión de Gio Lo Celso por Nico González, en comparación a lo que plantó en La Bombonera.
La Albiceleste, por caso, tuvo los mismos problemas de generación. La tenencia era pasiva hasta tres cuartos de cancha, nadie supo cómo hacer algo diferente. Sea con una gambeta, un corte sin pelota, una asistencia al espacio o, en la última instancia, un remate de media distancia. Apenas un tibio zurdazo de Lo Celso, que se ubicó sobre la derecha para defender y procuró asociarse con Lionel Messi en ataque, fue lo más peligroso de Argentina en el primer tiempo.
Estuvo ausente Messi en su última batalla en el Maracaná. Disminuido por esa molestia en el cuádriceps derecho de una vieja cicatriz que volvió a aparecer -y que obligó a que lo masajearan dos veces a un costado de la cancha- y contenido por la pegajosa marca brasileña, le fue difícil gravitar.
Hubo 22 faltas en esos primeros 45 minutos, 16 de ellas fueron de Brasil, que pareció utilizarlo como sistema. Fue el partido de las actuales Eliminatorias con mayor cantidad de infracciones en una sola mitad. Datos, no opinión.
Tampoco es que Brasil lo dominó a la Argentina. Aunque es cierto que con la pelota parada -córners al primer palo para Marquinhos y un tiro libre de Raphinha- hizo tambalear el cero en el marcador.
Hubo que saber sufrir también. Es imposible no hacerlo cuando se juega en este tipo de escenarios. Y Dibu Martínez no solo defendió a los hinchas en las tribunas en el momento de la represión policial, sino que además lo hizo con sus
compañeros dentro de la cancha: hubo una atajada sobre Raphinha poniéndole el pecho a la pelota en el primer palo y una en versión Qatar 2022 cara a cara con Martinelli.
Y enseguida llegó el momento de festejar. La mejor jugada colectiva de Argentina derivó en el córner que ejecutó a la perfección Lo Celso al corazón del área, donde Otamendi se elevó en forma espectacular para clavar un cabezazo brutal al ángulo derecho. Golazo.
Los movimientos de los entrenadores empezaron a aparecer. Uno por necesidad, Diniz, al que su esquema ultra ofensivo otra vez lo volvió a dejar a medio camino. Mandó a la cancha toda la artillería que podía con Raphael Veiga, Douglas Luiz, la joya Endrick y Joelinton, que le simplificó el trabajo a Scaloni cuando se hizo expulsar infantilmente por un golpe a De Paul.
El DT de Pujato también metió mano para reorganizar el equipo: Acuña estaba sufriendo la espalda y colocó a Tagliafico, Paredes por Enzo Fernández y Nico González a reforzar la banda por Lo Celso.
No sufrió Argentina. Con el silbatazo final del chileno Piero Maza, Scaloni salió corriendo para el túnel del vestuario como en casi todo el Mundial de Qatar y los jugadores fueron a regalarle la victoria a los hinchas, celebrando un premio histórico del Maracaná con el típico: “Qué nacieron hijos nuestros, hijos nuestro morirán…”.
Diego Provenzano/Clarín-Deportes