¿Hay algo más emotivo que festejar una victoria en el cuarto minuto del tiempo adicionado, a diez segundos del final del partido? Por eso estalló el estadio de Colón con ese toque cruzado del colombiano Wilson Morelo que decretó el triunfo santafesino sobre Gimnasia con angustia pero con justicia.
Una doble sensación tienen los hinchas sabaleros. Por un lado, el equipo está entre los cuatro mejores de la Copa Sudamericana. El jueves goleó 4-0 a Zulia de Venezuela y hubo fiesta en el Brigadier López. Pero la historia en la Superliga era diferente. El equipo llevaba 11 partidos sin ganar y no había sumado en la actual temporada. La Copa por un lado, la tabla del descenso por el otro. En el camino Gimnasia, un rival directo en la lucha por la permanencia.
Lo sufrió pero lo justificó. Porque Colón fue más ambicioso en la primera etapa y llegó al gol tras un buen tiro libre de Gastón Díaz y el cabezazo de Morelo que no pudo contener Martín Arias. Un rato después, el arquero de Gimnasia se había lucido ante Chancalay.
Pero lo mejor sucedió en la parte final. Los ingresos de Pablo Velázquez en la visita y de Marcelo Estigarribia y Luis Rodríguez en el local le dieron mayor dinámica al juego. El empate llegó enseguida. En una acción que nació en el arco Arias y terminó en el área rival, Morales la bajó y Pablo Velázquez sorprendió a contrapierna a Burián y la pelota entró pidiendo permiso al arco.
Martín Arias se encaminaba a ser la figura del partido con tres atajadas clave. Además, un remate de Gastón Díaz pegó en el travesaño. Pero en el descuento, a diez segundos del final, Estigarribia habilitó a Morelo, que definió cruzado ante la salida del arquero. Un buen respiro para Colón.
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Cuando un delantero no está firme, la solución puede llegar desde el fondo. Y así pasó con este Atlético del Ruso Zielinski, que destrabó un partido bravísimo ante Godoy Cruz y ganó 1-0 gracias a un golazo de Bruno Bianchi. Sí, el defensor la clavó justo cuando el encuentro se moría, dándole los primeros tres puntos a los tucumanos que valen muchísimo.
Porque el Decano llegaba con dos derrotas seguidas y necesitaba volver a sonreír.
No la tuvo fácil Atlético. Para nada. Trató de manejar el partido teniendo tiempo tiempo con la pelota; se animó a jugar más en campo rival, pero en definitiva siempre se encontró con el planteo defensivo propuesto por Lucas Bernardi, sobre todo en la primera mitad. Y así acudió a otro recurso: el remate de afuera. No fue suficiente.
Tampoco le funcionó el empuje de Tomás Cuello, algunos destellos de Gonzalo Castellani y la insistencia de Augusto Lotti. Esa puntada final no aparecía. La segunda mitad, encima, tuvo menos emociones, con Godoy Cruz tratando ir con la contra. Sin embargo Zielinski apostó a los cambios ofensivos, con Melano por Rojas y el ingreso de Toledo por Lotti y fueron fundamentales. Porque con los envíos aéreos encerró a la visita y se acercó a la conquista.
A cinco minutos del final, el árbitro Darío Herrera expulsó a Miguel Jacquet y el panorama se exacerbó.
Por eso nunca hay que dar por muerto a este Decano, bien llamado el de los milagros. Porque cuando se bajaba el telón, Bianchi pegó el puntazo con rosca, que fue de derecha a izquierda y al ángulo de Ramírez. Golazo, justo sobre la hora. Ese tanto tranquilizador hizo que Atlético intente llevar la pelota lo más lejos posible de un Alejandro Sánchez que reemplazó en el entretiempo a Cristian Lucchetti, lesionado.
Fue un baldazo para el Tomba, que con esta nueva derrota continúa abajo y sin poder sumar. Pero la ley es fácil: si el equipo no juega, no mete y no corre más que sus rivales, el triunfo seguirá sin aparecer.
Pareciera que a los jugadores de Godoy Cruz les diera lo mismo un empate que una victoria, llamativo sin duda para este conjunto que hasta no hace mucho fue sensación en el fútbol argentino. Por eso su técnico Bernardi quedó en la cuerda floja.
Juan Manuel Rovira/Clarín