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Actores y cineastas leen textos de Leopoldo Brizuela en homenaje al escritor

El tributo al autor argentino será esta tarde en el Nun Teatro.

En el reino de los vivos, se lo extraña mucho al escritor Leopoldo Brizuela, desde que murió a los 55 años, el 14 de mayo pasado. Recordar –tal vez una de las más bellas palabras que etimológicamente heredamos del latín- quiere decir “volver a pasar por el corazón”. En el Nün Teatro Bar (Juan Ramírez de Velazco 419), este viernes a las 16.30, el cineasta Santiago Giralt, el actor y director teatral Rubén Szuchmacher, las actrices Umbra Colombo y Malena Solda, el actor Emmanuel Miño y el escritor Mariano Quirós volverán a pasar por el corazón fragmentos de la obra del autor de Inglaterra. Una fábulaLisboa. Un melodrama y Una misma noche, entre otras novelas. En esta velada íntima habrá espacio también para hablar sobre la mirada del mundo que tenía Brizuela y el impacto que ha generado en los lectores uno de los más extraordinarios escritores argentinos de fines del siglo XX y comienzos del XXI.

Santiago Giralt, director y guionista de PrimaveraAnagramas y Toda la gente sola, entre otras películas, reconstruye cómo fue el encuentro con los libros de Brizuela. “Un día estoy en una librería y veo Lisboa. Un melodrama. Soy lector de novelas largas y cuando vi el ejemplar de un escritor contemporáneo, argentino, que había escrito semejante libro sentí el impulso de comprarlo y leerlo inmediatamente”, cuenta Giralt a Página/12. “Tania, Discépolo, el maestro de Gardel, el escándalo de los cadetes; todo se cruza en un libro de 700 páginas que sucede en una noche, en una sola ciudad, Lisboa, sitiada por espías durante la Segunda Guerra Mundial. Fue tal el placer de la lectura que cuando lo terminé busqué su contacto en internet y lo fui a visitar a Tolosa –confiesa el cineasta-. En ese encuentro nos hicimos amigos. Hablamos de libros y autores por muchas horas. Me recomendó a Eudora Welty, Flannery O´Connor, Mavis Gallant… cuentistas y autoras que hoy sigo leyendo. También compartimos la admiración por Marcel Proust, Henry James y Marguerite Duras, de quien admiramos con igual pasión su modo de escribir diálogos”.

Lo primero que leyó Malena Solda fue Una misma noche, novela publicada en 2012, con la que Brizuela ganó el Premio Alfaguara. “Me acuerdo que estaba embarazada y la leía en el colectivo y entraba en el mundo que él proponía, tan interesante”, repasa la actriz que unos años después, por recomendación de Claudia Ferradas, leyó Inglaterra. Una fábula, cuando empezaba a ensayar La Tempestad de William Shakespeare con la directora británica Penny Cherns. “Penny leyó la novela de Leopoldo y tomó algunos climas, la interpretación de algunos asuntos, y los plasmó en la obra de teatro. Cuando la estrenamos el año pasado en el teatro San Martín, me pareció que era una buena oportunidad para que Leopoldo viera lo que habíamos hecho. Le escribí un mail y él me contestó muy afectuosamente y para mí fue como tocar el cielo con las manos recibir una respuesta tan cariñosa, tan humana –recuerda Solda-. Unas semanas más tarde pudo ver la puesta y ambos estábamos muy emocionados. No nos dijimos mucho porque no alcanzaban las palabras. Después nos escribió un mail hermoso, esos mails que son cartas más que mails; fue un intercambio muy emocionante”.

El escritor chaqueño Mariano Quirós, ganador del premio Tusquets de Novela con Una casa junto al Tragadero (2017), cuenta que va a leer el texto que escribió para la presentación de Ensenada. Una memoria, la última novela que publicó Brizuela en 2018. “Que me invitara a presentar esa novela fue un gesto, para mí, grandioso, me llenó de orgullo y también me dio un poco de vergüenza –dice Quirós-. Brizuela es uno de los escritores más trascendentes de los últimos tiempos, además de que era un tipo encantador y de una chispa abrumadora. Ensenada, a su vez, es una novela preciosa en la que Leopoldo repasa, desde la voz y el punto de vista de Poliya, una niña de nueve años, la travesía de una familia entrañable en medio de la convulsión política de 1955, en los albores del golpe contra Perón. Como en todas las novelas de Brizuela, se nota el trabajo fino, puntilloso, con el lenguaje. El trabajo de un obsesivo que, como lector, yo disfruto y agradezco”.

Giralt trató de leer todo lo publicado, con la excepción de Tejiendo Agua, la primera novela que el propio Brizuela no quería que leyera. Pero como consiguió una edición, en el Nün Teatro Bar leerá unos fragmentos porque “será como hablar con el Leopoldo de 18 años”, a quien no conoció. “Brizuela visita y recrea la historia argentina desde una mirada muy sagaz que recupera el aporte de los pueblos originarios, reflexiona sobre el fascismo en la sociedad civil y lee determinados mitos culturales (Gardel, Discépolo, Shakespeare) a contrapelo de la hagiografía y con una mirada queer que contiene un humor muy refinado y, a la vez, muy ácido”, plantea Giralt. “También es recurrente en su obra el juego de muñecas rusas, las diferentes versiones de un hecho, las tempestades y los naufragios. Leo sus libros como quien se sumerge en un mar profundo, donde lloro y me río a carcajadas a vuelta de página. Aunque sus temas sean oscuros, hay frases que contienen un humor disparatado”, agrega el cineasta.

Quirós revela que al leer a Brizuela siente “un profundo amor por el trabajo artístico”, por el compromiso y la honestidad que ese trabajo supone. “Hay disfrute pero también, y sobre todo, una mirada muy crítica, con mucho vuelo, que no dejaba pasar una. Germán Parmetler, que fue su alumno, dice que en Brizuela, en la obra de Brizuela y en la manera que tenía Brizuela de ofrecer literatura, había algo más que la búsqueda de una mirada y un ritmo en las oraciones. Era, dice Germán, algo del sentimiento, el ritmo y el riesgo de prestarse al juego de lo que no quisiéramos contar a nadie –pero contándoselo–, y tratar con lo que, por prejuicio, no nos gusta. Para conocer y conocernos en eso. Metidos en eso: en la literatura”. Giralt precisa que de la obra de Brizuela lo subyuga la calidad de elección de las palabras. “Cuando uno cae azarosamente sobre una frase no puede más que quedar estupefacto. La frase es siempre tan acertada, siempre filosa. De su literatura me gusta también rescatar el humor, la ironía y su falta de respeto a las convenciones de la novela burguesa para contar siempre un universo de personajes con secretos, impulsos autodestructivos, destinos dementes… En su forma de escribir novela se revela un poeta que hacía música de las palabras”.

Silvina Friera/Página 12

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