La Fórmula 1 es una interminable generadora de historias de grandes hazañas y de grandes tragedias. Además, hay historias de grandes desobediencias. Y hubo una pelea épica: la polémica entre Carlos Reutemann (78) y el australiano Alan Jones (74), que se desató el 29 de marzo de 1981 durante el Gran Premio de Brasil y de la que se cumplieron 40 años.
La historia transcurrió en el desaparecido circuito de Jacarepaguá de Río de Janeiro. Fue un domingo lluvioso, que marcó el principio del fin de la exitosa carrera de Reutemann en la Fórmula 1, que culminó la temporada siguiente.
El santafesino sabía que en 1981 tenía la gran oportunidad de convertirse en campeón. Era el segundo piloto de Williams detrás de Jones, pero tenía una gran experiencia y un auto que estaba preparado para dar pelea.
La primera carrera del año, el Gran Premio de los Estados Unidos, en Long Beach, había quedado en manos de Jones. Lole tenía la sangre en el ojo después de que el australiano aprovechara para quitarle la victoria.
Dos semanas más tarde, el circo se mudó a Brasil y Reutemann sabía que podía mostrar todo su potencial. Y tomarse revancha. No se lo dijo a nadie. Pero no le había gustado nada la maniobra del australiano.
La pole había quedado en propiedad del local Nelson Piquet, pero la pista esponjosa por la lluvia le jugó una mala pasada en la largada. El argentino picó en punta y dominó a placer durante toda la competencia. Lo corría de atrás Jones, a quien por momentos llegó a sacarle 8 segundos.
A falta de siete vueltas para la bandera a cuadros, llegó el momento que transformó en leyenda a esta carrera. “Jones-Reut”, se podía leer en el cartel del equipo Williams-Ford. La señal era clara: Lole debía dejar pasar al australiano. Pero la ambición y el espíritu competitivo fueron más fuertes y el argentino no respetó el plan que tenía Frank Williams (78). dueño y director de la escudería.
En las vueltas 56, 57 y 58, el cartel volvió a aparecer en la zona de boxes, pero el destino del podio era irremediable. Reutemann alzó los brazos y el descontento en los integrantes de Williams se percibió. El enojo de Jones fue tan grande que decidió no subir al podio con su compañero. Reutemann casi no festejó en la celebración, donde sólo estaba acompañado por el italiano Riccardo Patrese (66), tercero con su Arrows. El escándalo acababa de comenzar.
“Se ordenó que Carlos lo dejara pasar a Alan porque eso era lo establecido en un caso como éste y porque ambos pilotos estaban comprometidos con lo que firmaron”, sostuvo Williams. ¿De qué hablaba? En 1979, cuando decidió sumar a Reutemann, había quedado establecido que en su contrato el piloto principal era Jones. Y que en caso de que el argentino fuera delante del australiano por una diferencia menor a los 7 segundos, la orden era darle prioridad al número 1.
“Nunca vi ningún cartel. La carrera fue difícil porque llovía todo el tiempo y había que concentrarse en el auto para no cometer el más mínimo error”, se defendió Reutemann. Jones no le creyó nada. “Carlos tomó una decisión de muy corto alcance con tal de ganar. Yo esperaba la decisión del equipo y por eso no ataqué. Ahora sé que desde esta carrera Reutemann es para mí lo mismo que correr contra Nelson Piquet, Gilles Villeneuve o Jacques Laffite. Es un enemigo más”. Ya no había marcha atrás.
“Desde el punto de visto deportivo, habría sido fraudulento sacrificar Río. Firmé un contrato, pero no recibí señales de que fueran a aplicar órdenes de equipo. Cuando regalé la carrera en Long Beach, nadie me lo agradeció”, dijo días más tarde Lole cuando la guerra en Williams se había convertido en un tema de Estado.
La semana siguiente encontró el apoyo del público argentino, que copó las tribunas del autódromo porteño y lució cartulinas con el mensaje
“Reut-Jones”. En sintonía con la rebeldía de Reutemann. El santafesino llegó segundo detrás de Piquet, quien fue el campeón de aquella temporada con apenas un punto de ventaja sobre el argentino, quien terminó pagando cara su osadía.
Es que Reutemann, ganador en Bélgica, se quedó sin la banca del equipo. Y en la última prueba del año, en Las Vegas, Jones festejó el triunfo como si significara mucho más que una carrera. El argentino llegó octavo y no sumó, mientras que a Piquet le sirvieron los dos puntos del quinto puesto para quedarse con el que sería el primer de sus tres títulos.
Un año después de aquella desobediencia histórica, Lole decidió colgar el casco en Jacarepaguá y se bajó para siempre de los monoplazas. Atrás quedaron 146 Grandes Premios, 12 victorias, 45 podios y seis poles.
Clarín/Deportes